foto: Miguel Sampedro
Tenía la intención de bajar la escalera completa. Bajarla mientras leía. No pudo. Si hubiera seguido, hubiera corrido serios riesgos de tropezarse. Y hacer una pausa en la lectura, imposible. Ese libro tenía las páginas como abrojos.
Los escalones de madera, de todas formas, son un buen lugar para sentarse un rato.