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20.11.12

La lectora en un escalón




Tenía la intención de bajar la escalera completa. Bajarla mientras leía. No pudo. Si hubiera seguido, hubiera corrido serios riesgos de tropezarse. Y hacer una pausa en la lectura, imposible. Ese libro tenía las páginas como abrojos. 
Los escalones de madera, de todas formas, son un buen lugar para sentarse un rato.

16.8.11

La lectora se detiene


Durante el tiempo de lectura
 somos tragados por cetáceos o arrojados al abismo.
Christian Ferrer (1960), ensayista chileno.

La lectora deja de caminar. Venía bajando la escalera sin dificultad: cada escalón equivalía a unas cinco o seis palabras. Pero a veces la lectura exige inmovilidad, aunque sea momentánea. Los pies se detienen. El cuerpo entero se aquieta. Hasta la respiración desaparece durante ciertas oraciones. Aunque dentro de ella, todo es movimiento: la mente va a mil por hora, saltando de una palabra a otra tan rápido que, más de una vez, parece quedar suspendida en el aire.

12.7.11

La lectora en invierno



foto: Silvina Báez 
El autor sólo escribe la mitad de un libro. 
De la otra mitad debe ocuparse el lector.
Joseph Conrad 
(1857-1924), escritor polaco.

El aire frío que muchas veces la llevó a refugiarse en cafés, negocios, incluso en la boca del subte, esta vez la impulsa a salir. 
La lectora inspira con ganas y el olor del invierno le hace recordar tantos otros inviernos. El frío tiene ese perfume característico que revive momentos invernales ya pasados. Si la lectora tuviera una magdalena a mano la comería en homenaje a ese viaje repentino a través del olfato, pero no hay magdalenas a la vista. Lo que sí tiene es un libro en la cartera y, una vez encontrado un rinconcito con un poco de sol, lo abre.
La lectora recuerda y lee al mismo tiempo, dos acciones que -como ahora- pueden llegar a significar lo mismo.


También en: Los martes miento (revista virtual semanal)

15.12.09

La lectora en la escalera

foto: Lali


Bombón relleno


con diecisiete sílabas
llamado "haiku".

Definición anónima del haiku, poema tradicional japonés.


¿Cuánto tiempo cabe en una escalera mecánica? La escalera baja con pequeñas pulsaciones hacia el subterráneo. Ella se deja conducir por la línea diagonal y sistemática. Cada escalón en movimiento contiene un segundo y la lectora se apodera de esas fracciones de tiempo, las recoge entre sus manos y abre el libro.
En el lapso en que la escalera la lleva del molinete al andén, cabe un haiku. La lectora lo saborea como un bombón de chocolate con menta que te obsequian hacia el final de una tarde primaveral.


También en:
Los martes miento N 178 (revista virtual semanal)