foto: Miguel Sampedro
Tenía la intención de bajar la escalera completa. Bajarla mientras leía. No pudo. Si hubiera seguido, hubiera corrido serios riesgos de tropezarse. Y hacer una pausa en la lectura, imposible. Ese libro tenía las páginas como abrojos.
Los escalones de madera, de todas formas, son un buen lugar para sentarse un rato.
4 comentarios:
Ay, por más que lo intento es imposible; y más imposible es controlar la curiosidad de saber (como en el subte, en el colectivo, en un bar) ¿qué libro-abrojo leerá la lectora?...
Hola Betina Z. Creo que a veces los libros abrojos son temporarios... o sea, a veces te "abrojean", y tal vez unos años después ya no... Entonces, termina siendo que no importa mucho qué libro es, sino si tiene o no la compatibilidad abrojística con el tipo de lector que uno es en ese preciso momento. ¿Me enredé mucho? Gracias por tu comentario. Un beso.
Se entendió perfecto. Pero yo no pregunté por los libros abrojo de la niñez, la adolescencia o el mes pasado, sino por ese, el del escalón. Está bien: la lectora tiene todo el derecho de mantener en secreto esa compatibilidad abrojística, qué le vamos a hacer... :)
Un beso
Betina Z: gracias por la comprensión :-)
Jijijiji.
Un beso también.
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