29.11.18

Anfibias

Hace unos días, Maumy González​ me hizo unas preguntas sobre mi cuento Anfibias (que abre Criaturas, Alto Pogo​) para su taller literario. Les comparto las preguntas y las respuestas, y de yapa una foto en el sauna que menciono en la mini entrevista.

Sauna del Hotel Castelar, en el 2015

1. ¿Cómo surgió Anfibias?
1. Un día fui al spa del hotel Castelar. La recepcionista, lo primero que hizo fue darme indicaciones sobre el uso del circuito de saunas: ese antes, el otro después, jamás alterar el orden o saltearse alguno. También especificó el tiempo máximo de permanencia, que variaba entre sauna y sauna. Eran demasiados detalles y, como suele ocurrirme, antes de que la mujer terminara con la explicación meticulosa yo ya había olvidado todo. Mientras la recepcionista hablaba, yo pensaba si habría alguna clave oculta en el orden y en la precisión del tiempo. Ella hablaba como si estuviera enumerando ingredientes de una pócima que requiriera atención extrema. ¿Alguien conseguiría retener todos esos datos? ¿Qué pasaría si uno alteraba el orden o se quedaba de más en alguno? Le pregunté a la recepcionista si las instrucciones estaban en algún cartel ayuda memoria. Se rió, con una risita que, para mí, escondía algo más. Esa misma tarde empezó a gestarse Anfibias y lo escribí un par de días después, de una sola sentada. Elegí narrarlo en primera persona porque quise que el lector se sintiera interpelado, como si lo estuvieran agarrando por la cintura y hablándole al oído.
El motor para escribir fue, más que nada, saber qué había por detrás de ese spa al que había ido. En cierto sentido necesitaba averiguar de qué me había salvado.

2. ¿Por qué escribir un cuento fantástico?
2. Escribo cuentos considerados fantásticos porque así me salen últimamente. No planeo el género antes de sentarme a escribir, sobre todo porque descreo de los géneros absolutos. Maurice Blanchot dice (y lo cita Todorov en Introducción a la literatura fantástica) “Sólo importa el libro, tal como es, fuera de los rótulos, prosa, poesía, novela, testimonio, bajo los cuales se resiste a ser ubicado y a los cuales se niega el poder de fijarle un lugar y determinar su forma”. 

3. ¿Qué características consideras que debería tener un cuento para ser considerado dentro del género fantástico?
3. Creo que un cuento considerado fantástico por un consenso general, tiene las raíces en la realidad y, en algún momento, nos descoloca con un elemento que nos lleva a otra realidad, un elemento que corre al lector del eje al que está acostumbrado pero también lo mantiene en un mundo que conoce (porque si lo apartara del mundo conocido caeríamos en la fantasía: en Tolkien, por dar un ejemplo). 
El cuento fantástico genera incomodidad, hace que el lector dude, ¿esto está pasando, es posible, podría pasarme? Yo lo veo como una fisura en la realidad, que te hace acceder a otro plano de la realidad. O sea: seguimos estando en la realidad. Una realidad ampliada, más elástica, si se quiere. Pero también puede llamarse cuento fantástico, claro.
Comparto un fragmento de una de las clases que Cortázar dio en Berkeley en 1980, que me identifica mucho: “…lo fantástico nunca me pareció fantástico sino una de las posibilidades y de las presencias que puede darnos la realidad cuando por algún motivo directo o indirecto alcanzamos a abrirnos a esas imprevisiones (…) No es un escapismo, es una contribución a vivir más profundamente esta realidad…”

4. ¿Qué autores argentinos contemporáneos que hayan incursionado en el género fantástico recomendarías leer?
4. Argentinos y contemporáneos que hayan incursionado en el género fantástico: Schweblin y Lamberti (pero, de ambos, sólo recomiendo los cuentos).

5. Nómbrame algún cuento (o cuentos) de género fantástico (y su autor/a) que consideres ícono en el género, es decir, que alguien que quiera incursionar en el género debería sí o sí leer.
5. Soy lectora y relectora de los cuentos de Cortázar. De su forma de ver el mundo, Aurora Bernárdez dijo en la única entrevista que dio: “Hubo un día  en que me di cuenta, y ocurrió rápidamente, que él estaba viendo otra cosa. Al principio esa otra cosa me parecía, cómo decirlo, una fantasía que contradecía mi sentido racional de la realidad. Un buen día me di cuenta de que no, de que no lo contradecía, de que tal vez esa fuera la verdadera realidad”.
Otros autores que recomendaría: Henry James, Edgard Allan Poe, Dino Buzzati, Franz Kafka. ¿Todos ellos escriben fantástico? No lo sé. En gran medida, sí. Pero si uno se pone a googlear, encontrará las opiniones más contradictorias. Léanlos, más allá del género. 
¡Ah! Me faltó mencionar un cuento al menos. Veamos… elijo “Una muchacha que cae”, de Buzzati. Y les dejo el link:
http://descontexto.blogspot.com/2008/11/muchacha-que-cae-de-dino-buzzati.html

27.11.18

Taller de cuentos de navidad

Se vienen las fiestas.
Aprovechá ese tiempo para leer y escribir.
Te espero en: anahiflores.org@gmail.com

23.11.18

Criaturas en revista Outsider


Algo se mueve entre tus manos

Criaturas es un libro que responde, fomenta, la ansiedad lectora al estar compuesto por cuentos cortos o, en el último cuento —más largo— capítulos acotados. Esto, sumado al trabajo de las temáticas más íntimas —maternidad, familia, enfermedad, soledad—, hace que estas lecturas puedan inmiscuirse con cierta facilidad en pequeños instantes cotidianos: entre los fideos cocinándose, un trecho de un viaje en colectivo, alguna sala de espera. Y, a su vez, es en esos escenarios que habitamos que los cuentos suceden. Leemos lo que habitamos, o lo que nos habita.  
Son quince cuentos. Además de la ya nombrada brevedad y tratamiento de lo cotidiano/íntimo, podemos ver otros dos aglutinantes: por un lado, el hecho que sus protagonistas sean mujeres, por el otro, el tratamiento —a veces más, a veces menos— cercano al género fantástico. Pero al mismo tiempo, la variedad de recursos técnicos hace que cada relato se vuelva atrapante por sí mismo, en cada uno de ellos el narrador tiene una estrategia distinta para llevarnos donde quiere, agregando incomodidad ante cada página que pasa.
El pacto lector con la intimidad de los personajes nos lleva a acompañarlos, a veces a nuestro pesar. Esta sensación es notoria en el último de los cuentos, “Láctea”, donde se crea un ambiente de tanta tensión a lo largo de cada capítulo que avanzamos sin querer hacerlo del todo. La tensión se disfraza de burocracia kafkiana en “Altos asuntos” o “La vacante”, de absurdo en “Paredes blancas y altas”, de fantástico en “Aniversario”, volviéndose el hilo conductor de estos cuentos.
No esperes que cierren de una única forma. Se trata de una serie de cuentos que buscan interpelar al lector, dejarte al menos dos preguntas abiertas: hacia dónde podría continuar el relato y, tal vez más inquietante, ¿es normal esto que estoy observando a mi alrededor? Nuestra realidad, esa que damos por sentada, entonces, cobra una nueva perspectiva incluso ahí donde no está pasando nada. ¿Realmente no está pasando nada?
El arte de tapa y el diseño interior acompañan en este sentido: ¿alguien puede leer tranquilo sabiendo que esas criaturas están al al alcance de su mano? O mejor dicho, que vos estás al alcance de ellas.  Pero, creamosle a lo que dice el arranque del primer cuento: “No te preocupes, la sensación de ahogo pasa”.
Al menos por un rato.

20.11.18

Taller de cuentos de navidad

¿Todavía no te anotaste?
Hay lugar. 
Más info en: anahiflores.org@gmail.com


15.11.18

La poesía tiene que ver con la intuición - entrevista


ANAHÍ FLORES POR AUGUSTO MUNARO - ENTREVISTA

Link a la entrevista en Malón Malón.

La poesía tiene que ver con la intuición

Ciertas horas de la primavera (La Carretilla Roja), de Anahí Flores, captura el aura de un lugar tan singular como es Plaza San Martin, pleno corazón de Capital Federal. Poemas en serie que, como verdadera caja negra, registran las pequeñas acciones de un sitio donde “la arquitectura, las costumbres particulares, las callecitas, los habitantes, tanto los actuales como quienes vivieron en el mismo espacio pero en otras épocas”, como dice en esta entrevista Flores, tejen una urdimbre de sensaciones ricas en el detalle sensorial.

⎼Si no me equivoco, éste es tu segundo poemario donde la plaza figura como sitio central de tu poética. Más allá de haber vivido a escasas cuadras de Plaza San Martín, ¿qué ocurre en este espacio público que tanto te atrae?

-Vos te referías a Catalinas y La plaza, que son los dos poemarios anteriores que también dan vueltas por estos paisajes y temas. De chica pasaba muchas horas en la plaza de enfrente de casa, que queda junto a las vías de un tren carguero. Más adelante, cuando vivía a dos cuadras de la Plaza San Martín, iba a caminar con el cochecito y escuchábamos los trenes que salen de Retiro. Ahora, con mi hija, pasamos las tardes en la plaza de al lado de la estación Florida. Las plazas con árboles y juegos son lugares donde pasan cosas. Además de pasar el tren, uno va, se instala y conversa, toma mate, si tiene suerte lee. Por su parte, los niños construyen mundos. Tal vez por todo eso son espacios que me atraen. Pero no creo que sea la plaza en sí el tema central en Ciertas horas de la primavera, sino cierta atmósfera del lugar: la arquitectura, las costumbres particulares, las callecitas, los habitantes, tanto los actuales como quienes vivieron en el mismo espacio pero en otras épocas y, si uno presta atención, siguen latentes.

⎼El factor cronológico articula el libro, vertebra el ritmo del texto de forma decisiva. Cada poema responde a un horario del día en particular. Más allá de lo obvio, Anahí, ¿cómo comulga dicha precisión temporal en relación al sentir poético?

-Hay un punto en el que doy muchas vueltas, en prosa y en poesía: encontrarle el título a cada texto. Sobre todo en poesía, ya que en un libro pequeño de, por ejemplo, veinte poemas, hay que lograr veinte títulos (más el del libro). O bien optar por que la serie lleve un título general y cada poema quede sin nombre (eso hice en Se durmió, editado por Bajo la Luna). Siendo que los poemas de Ciertas horas... responden a diferentes atmósferas del día, se me ocurrió ponerles horas precisas y solucionar, con ese recurso, el tema de los títulos. Algunos son matinales, otros de mitad del día (teniendo en cuenta que está inspirado en un barrio céntrico, es una mitad del día muy agitada), y otros de fin de día. Al ponerles una hora, quedaron organizados. Me encanta el orden: que ese poema vaya en esa página y no en cualquier otra, de la misma forma que un poema tiene tantos versos o sílabas, y es esa cantidad y no otra cualquiera la que le sirve.

⎼¿Detectás cierta mirada voyerista en la construcción de esa descripción obsesiva por el detalle, a lo largo de todo el poemario? ¿Por qué?

-Soy muy de mirar y escuchar, pero eso no es algo mío sino de todo aquel que escribe. Un amigo me preguntó el otro día cómo había retenido en la memoria algo que mi hija había dicho. Era un discurso largo y lo reproduje por escrito con las palabras y la sintaxis de una niña de seis. Por supuesto que debo haber hecho alguna adaptación, pero la forma de construir las frases se mantenía. Imagino que es porque estoy entrenada (no me quedó otra) en retener diálogos y voces (con voz me refiero a la forma de hablar). Si no, ¿cómo haría para robar diálogos de “la realidad” y luego incluirlos en la voz de algún personaje?

⎼¿Cómo empezás a escribir un poema?, ¿escribís metódicamente?

-Esta pregunta puede tener tantas respuestas como poemas haya escrito, y siendo que escribo desde los catorce años… Los poemas suelen desprenderse, en mi caso, de algo que me pasa o escucho por la calle. O de los sueños. Anoto mis sueños todos los días al despertar y a veces releeo alguno, más tarde, y lo reciclo en un poema. En realidad, me encantaría saber cómo empiezo a escribir un poema. Pero temo que, si eso pasara, dejaría de sorprenderme y correría el riesgo de empezar a escribir en serie.

⎼En los poetas actuales parece dominar más el anhelo de prestigio social que el de lograr una obra trascendente. ¿Cómo vivís el hecho al coordinar talleres de lectura y escritura?

-Es verdad que no pocas veces la gente llega al taller con la ambición de publicar y no de escribir (mucho menos de corregir y corregir y corregir). Esto pasa tanto en poesía como en narrativa. Por suerte, o se quedan poco tiempo en mi taller porque se dan cuenta de que por ahí no va la cosa conmigo, o bien descubren el placer del oficio y agradecen que los haya disuadido de publicar sin corregir.

⎼¿Qué ventajas ofrece la enseñanza de la poesía? ¿En qué vicios se incurre cuando se pretende enseñar poesía?

-¿Ventajas? No lo sé. Nunca pensé que podría haber ventajas en enseñar poesía. Siempre relacioné con el marketing los beneficios de cualquier cosa. Prefiero encarar una actividad por el placer de hacerlo y no por un premio que pueda llegar en algún momento.

Y no pretendo enseñar poesía. No sabría cómo hacerlo. Lo que sí hago y me encanta es generar las condiciones para que, quien se acerque a mi taller, tenga ganas primero de leer, leer mucho, y en una segunda instancia, de escribir. Vicios al dar un taller puede haber tantos... Por ejemplo: alguien escribe un poema, lo trae al taller para compartir y el tallerista, en vez de pensar en cómo ese poema puede funcionar mejor, se enfoca en pensar cómo lo habría escrito él mismo y lo corrige bajo esa mirada. Ahí tenés, después, esos talleres en los que todos salen escribiendo igual y no están ni cerca de encontrar su propia voz.

⎼¿Qué poetas argentinos considerás vinculables a tu poesía?

-Cuando uno escribe suele armarse un árbol genealógico propio formado por aquellos poemas que más lo transformaron y lo impulsaron a escribir. Suelen ser poemas que uno lee y relee y relee. En ese árbol personal reúno cantidad de poemas de Fabián Casas, otros de Laura Wittner, varios de Jorge Aulicino, algunos de Andrés Neuman y de Eric Schierloh. Me limito, acá, a mencionar las influencias nacionales y actuales, si no, la lista seguiría.

⎼El maestro Aldo Oliva decía que escribir poesía significaba “romper las reglas del juego”. ¿Contás con alguna definición personal sobre la poesía?

-Definir la poesía, me parece, va en contra de la poesía misma. Porque no se trata solo de una técnica o de palabras. Tampoco tiene que ver con escribir en forma de verso. Va más allá. Es una manera de ver el mundo y de actuar en él también. Una manera de tocar. Cada uno percibe la poesía de forma diferente. Por eso podría haber tantas definiciones como lectores haya. Y si bien estoy diciendo que no sabría definir la poesía, sí sabría, creo, identificar algo que no lo es. La poesía se lleva mal con lo no sincero, con las posturas. En eso se parece a las relaciones humanas.

⎼¿Cómo relacionarías tu experiencia sobre la filosofía del Yôga con tu poesía? ¿Notás puntos de contacto? Si es así, ¿cuáles son?

-El Yôga es una filosofía de vida que lleva al autoconocimiento. Escribir poesía me lleva al mismo lugar, aunque por otro camino. Cuántas veces me entero de cosas porque, primero, las escribo. Al releer el borrador de un poema, puede pasar que me encuentre con aspectos de mí misma que desconocía. O que organice sensaciones que estaban dispersas y, al ordenarlas, cobren sentido. La poesía tiene que ver con la intuición. Uno escribe desde un lugar que no es el cerebro ni el corazón. Es otro canal por el que pasan las palabras, un canal más sutil que el de las emociones o los pensamientos. Y es un canal que se entrena mucho con la práctica del Yôga. Por supuesto que no siempre es así y es probable que no todos escriban de esta forma, estoy dando apenas mi opinión basada en cómo lo vivo yo.

⎼Anahí, vos estás dividida entre poesía y prosa. ¿Escribís poesía continuamente?

-No lo veo como estar dividida, más bien multiplicada. Ambos géneros se alimentan e invaden entre sí. Escribo continuamente (“escribir” es también tomar notas, revisar un texto, dejar que alguna idea fermente).

-¿Cuándo sabés que lo que vas a escribir va a ser un texto en prosa o un poema?

-A veces sé que lo que voy a escribir es poesía o prosa desde antes de empezar. Otras, me embalo con la idea de algo que creo que será un cuento, pero en el proceso veo que no cierra y termino encontrándole la vuelta al pasarlo a poesía. Me ocurre más de prosa a poesía que el camino inverso.

-¿Te reconocés siempre en los poemas que escribiste?

-Me reconozco en los poemas que escribí igual que en las fotos de antes. Si el poema o cuento es muy lejano, probablemente la sensación sea semejante a ver fotos de la adolescencia, con peinados y ropa que hoy no usaría.

⎼¿Leer poesía te estimula a escribir poesía?

-Leer poesía que considero buena, sí. Es casi un llamado, como escuchar una voz que canta y no poder contenerte de ir y sumarle una segunda voz.

⎼Por último, Anahí, ¿pensás que la poesía puede ser criticada?

-Todo puede ser criticado. El peinado de alguien, la forma en que decoró la casa, la decisión de tener o no un hijo. No veo por qué la poesía estaría libre de la crítica.



Anahí Flores (Buenos Aires, 1977) se dedica a escribir y a coordinar talleres. Publicó Limericks cariocas (2011), Catalinas Sur (2012), Todo lo que Roberta quiere (2013), y Se durmió & otros poemas (2015), ganador del Tercer Premio del Fondo Nacional de las Artes, y Criaturas (2018).

13.11.18

Taller de cuentos de navidad

Taller de cuentos de navidad. Lectura y escritura.
Anotate a través de: anahiflores.org@gmail.com

9.11.18

Anfibias

Comparto un micro video donde cuento sobre cómo surgió el cuento Anfibias.
Si quieren leerlo, búsquenlo en el libro Criaturas (Alto Pogo, 2018).


6.11.18

Taller de poesía

Te invito a tener un fin de año lleno de poesía


1) Funciona por mail, a distancia. La clase es un PDF, y ahí irán poemas para leer, comentarios míos sobre esos poemas, alguna propuesta de escritura. Quienes quieran escribir y compartir el material, lo harán por mail también y yo daré una pequeña devolución en la clase siguiente.
2) Son cinco clases, te paso las fechas: 18, 20, 22, 26 y 29 de diciembre. Igual, la clase la hacés el día que quieras, ya que queda en tu mail.
3) Las inscripciones están abiertas y podés reservar y pedirme más info en: anahiflores.org@gmail.com
4) Te agradezco muchísimo si compartís esta info entre conocidos que creas que puedan tener interés en el taller. Es la mejor forma de armar los grupos: con amigos de amigos.