Sobre el libro de Juan Manuel Porta.
¡Este es el único libro que, por razones de tiempo, no llegamos a leer! Pero será leído, así que lo comentaremos el día de los resultados del sorteo :-)
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Continuamos con Editorial Galerna.
Un libro ambientado en el fascinante mundo ruso, escrito por una argentina. Una historia que se inicia con una exilada rusa, escrita por una exilada argentina. Si bien no aparece una relación concreta entre ambos exilios, conociendo esta parte de la historia de Clara Obligado, es imposible no leerlo estableciendo un link.
Desde la primera página de La hija de Marx (Editorial Galerna, 2013) el lector tiene claro dónde se está metiendo: podría ser un fragmento de un diario de Anaïs Nin. Por más que la primera parte está narrada por una mujer de cincuenta años que escribe sus memorias, el punto de vista es el de ella misma de niña, y tal vez por eso las excentricidades sexuales que describe tienen un matiz naif.
Subrayo una oración sonora: "Cric-cric, hacía la cama, tac-tac, el metrónomo, mientras mis dedos inhábiles tropezaban intentando distraer a nuestro amigo".
La segunda parte, con narrador en tercera persona, podría ser leída como una nouvelle separada del resto. Si en la primera parte la narradora (Annushka) se remonta a su niñez, en esta segunda, el narrador va hasta la niñez de Natalia, madre de Annushka. Concluye esta parte con dos cartas escalofriantes de la propia Natalia y de su amante, Lizaveta.
La tercera parte retorna al presente (los cincuenta años de Annushka) en el momento en que le anuncian que su hija, Nat, ha muerto. La escritura es distinta: ahora tiene un aire más moderno; ya no recuerda -como al principio- una traducción de una novela rusa. A esta altura, ante estas tres generaciones de mujeres tan particulares en su desapego y fuerza, me viene al recuerdo la película Las memorias de Antonia. Esta tercera parte se desarma hacia el final, en una mezcla de ensoñación y muerte que llevan al lector a quedarse mirando por la ventana, si es que tiene una ventana al lado, con el libro abierto en su regazo, sin ganas de cerrarlo.
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Luego, La Compañía.
Sobre el libro de Bioy Casares:
En las anotaciones que forman el diario de viaje Unos días en Brasil de Adolfo Bioy Casares (La Compañía, 2010), aparece este fragmento: "El mejor recuerdo del viaje: sentirme solo en Brasilia, a muchos kilómetros de toda persona que sabe quién soy…" ¿Quién no vivió un momento semejante en un viaje solitario a cualquier lugar? Otros fragmentos como éste se entremezclan con la agenda del viaje y con la mirada del escritor sobre distintas ciudades de Brasil.
Y el lector se siente un poco espía al inmiscuirse en estas páginas tan personales.
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Ahora, presentamos a nuestra amiga María José Eyras.
"Mamá murió de una manera muy rara", empieza el primer libro de cuentos de María José Eyras (Alición Editora, 2013). Con una frase tan simple, la autora ya ganó mi curiosidad morbosa: quiero saber cómo fue. Nos va contando que su madre era indecisa, daba vueltas. Quería escribir, pero para qué, se decía. Tanta vacilación ante su vocación le generó un problema dermatológico extrañísimo: de su piel empezaron a salir pelusas. Unas pelusas inexplicables que, de a poco, fueron ganando espacio en la casa hasta cubrir la biblioteca, las ventanas…
Cuando empiezo Un detalle trivial, que es el tercer cuento y además da nombre al libro, me digo "yo este texto lo conozco de algún lado". Y claro, fue publicado el año pasado en la revista La Balandra. Es un cuento sobre las pequeñas cosas que pueden cambiar el rumbo de la vida por completo. Los detallecitos. Y también sobre las fantasías, lo lejos que pueden ir los pensamientos impulsados por el miedo. Cómo el temor lo cubre todo.
La idea de los detalles reaparece por varios lugares. Por ejemplo en Redención: "Nunca ha logrado sacarse de encima esa absurda impresión, por más que se esfuerce, de sentir que ha fallado en algo, que hay un detalle que lo estropea todo".
A lo largo de estos diez cuentos se van colando los gustos de la autora: lecturas, escritores, artistas plásticos, una bailarina. El uso del tiempo, en la mayoría de ellos, recuerda a Alice Munro: va y viene de un presente hacia varios pasados y hace coincidir todos los tiempos en la línea del relato.
Cuando llego a las últimas líneas, me quedo con la sensación de haber leído un libro sincero. Transparente.
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Y terminamos presentando a Paisanita Editora, un proyecto de este año de otra querida amiga, Gabi Luzzi. Paisanita nos trajo cuatro plaquetas (se conocen como plaquetas de poesía o cuento las ediciones de tirada sencilla o
artesanal que anticipan un libro o difunden fragmentos de una obra).
Y las cuatro plaquetas son:
¿Y si la casa se fuera llenando de intrusos? ¿Es
tarea del ama de casa echarlos o eso le corresponde al hombre? En este cuento,
la narradora tiene sus propios métodos para liberar su casa…
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La vida real, de José María Brindisi.
Este cuento bien podría ser las confesiones de un escritor adolescente. El narrador no tarda en revelarnos su amor por Ana y todos los cambios que esa obsesión desencadena en él.
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Nunca vi la serie de los Ingalls, es algo que le faltó a mi vida. Creo que alguna vez lo intenté, de muy chica -en blanco y negro: el televisor color demoró unos años en llegar a casa-, pero no prosperé. Tal vez me aburría. A pesar de mi desconocimiento sobre el tema, me divertí con los tres cuentos de Ariel Bermani ambientados en el mundo de aquella serie.
Paisanita Eitora nos ofreció uno de esos tres cuentos, para regalar en este sorteo.
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Y para terminar de una vez por todas, La Plaza, de Anahí Flores.
La plaza son cuatro poemas que, de alguna forma, anticipan el libro Catalinas Sur (de Eloisa Cartonera, 2012). Fueron como un boceto, sin desmerecerlos. Un entrenamiento para la serie de Catalinas. Así que venían al dedillo para el proyecto de Paisanita Editora, que consiste en publicar pequeñas obras que hayan quedado olvidadas en cajones (o archivos de la compu).
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Muchas muchas gracias a todos y ¡feliz cumpleaños a La lectora en la ciudad!
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Hay tiempo hasta el lunes 23 a las cinco de la tarde.
Un beso,
La lectora
PD: Los premios se buscan en Retiro.
O bien por correo, pero los gastos van por cuenta de quien gane el premio.