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26.2.13

La lectora sugiere y una lectora prestada


Compartimos una nueva columna de La lectora sugiere, en la revista digital CatamarcaPress:

Uno, dos, tres ¡ya! Se larga el 2013. ¿Cuántos libros leeremos durante los próximos doce meses? Para los que hacen listas de proyectos a cumplir en el nuevo año, al mejor estilo de El libro de la almohada, aquí van algunas lecturas sugeridas: cuentos, poemas, una novela y un libro infantil. ¡Para todos los gustos! (seguir leyendo aquí).

...

Revisando mails antiguos encontramos éste, del 2011, que se nos había perdido en "el limbo de los mensajes sin responder". Es interesante (o inquietante) la coincidencia del nombre de la hija de la lectora (¡Sofía!). El mail es de nuestro amigo Diego Ariel Vega, y termina así: Te paso unas líneas que me encontré leyendo Blanco nocturno (una novela policial muy buena de Ricardo Piglia) que me parece son muy apropiadas y quizás puedas utilizar para algún post en el blog. Saludos ;-) Diego.

La noche había caído sobre la casa y ellos seguían en los sillones, en la galería, con las luces apagadas, salvo un velador atrás en la sala, mirando el jardín tranquilo y las luces del otro lado de la casa. Al rato, Sofía se levantó y puso un disco de los Moby Grape y se empezó a mover bailando en su lugar mientras sonaba «Changes».
—Me gusta Traffic, me gusta Cream, me gusta Love —dijo, y se volvió a sentar—. Me gustan los nombres de esas bandas y me gusta la música que hacen.
—A mí me gusta Moby Dick.
—Sí, me imagino... A vos te sacan los libros y quedás en bolas. Mi madre es igual, sólo está tranquila si está leyendo... Cuando deja de leer, se pone neurasténica.
—Loca cuando no lee y no loca cuando lee...
—¿La ves ahí...?, ¿ves la luz prendida...?
Había un pabellón del otro lado del jardín, con dos grandes ventanales iluminados en los que se veía una mujer con el pelo blanco atado, leyendo y fumando en un sillón de cuero. Parecía estar en otro mundo. De pronto se quitó los anteojos, levantó la mano derecha y buscó atrás, a tientas, en un estante de la biblioteca que no se alcanzaba a ver, un libro azul, y luego de ponerse la página contra la cara, volvió a calzarse las gafas redondas, se arrellanó en el alto sillón y siguió leyendo.
Lee todo el tiempo —dijo Renzi.
Ella es la lectora —dijo Sofía.

6.3.12

Aún en un paraíso increíble un lector empedernido se hace un tiempo para la lectura..., por Diego Ariel Vega

Empieza marzo y, gracias a los amigos que se hicieron cargo del blog, la lectora prolonga su licencia por maternidad que viene desde enero. 


Hoy tenemos a nuestro amigo Diego Ariel Vega, quien se fue de viaje a Ecuador e hizo esta serie de fotos pensando en la lectora. ¡Muchas gracias!
El resto de marzo tendremos las visitas de: Julio Flores (martes 13), Gabi Luzzi (martes 20) y  Lêda Santos (martes 27). 
Hasta el próximo martes :-)
La lectora



17.1.12

La lectora insaciable, por Diego Ariel Vega

Gracias a los amigos que en diciembre mandaron sus textos a la lectora, durante enero ella se toma vacaciones. El martes pasado tuvimos el post tan tierno de Darío Kullock, y este martes arrancamos con Diego Ariel Vega, quien ya estuvo en nuestro blog en algunas ocasiones.
El próximo martes 24, tendremos a María José Eyras y el martes 31 a Lilly Burgwardt. ¿Y en febrero? Todos los lectores del blog están invitados a colaborar con algún post, así la lectora puede extender un poco más sus vacaciones.
Un beso y los dejamos con el texto de Diego,
la lectora.

La lectora insaciable

Ahí está la lectora concentrada, abstraída, inmersa en sus más profundas cavilaciones.  
De repente, agarra tanteando otro libro cualquiera, sin detenerse siquiera a elegir. Acaricia su lomo y aspira el aroma que despiden sus hojas, mientras escoge una página al azar para empezar el derrotero de una nueva travesía. 
Sigue leyendo. Continúa la lectura. Como siempre, y ante todo, simplemente lee.
“Resultando imposible satisfacer su inabarcable avidez e intentado evitar caer presa de la unívoca comprensión, la voraz devoradora de letras, asidua consumidora de palabras, adicta intempestiva a las oraciones y adoradora compulsiva de párrafos dedicó su vida completa a intentar develar los complejos misterios de la plurisignificación.
Así fue como no pudo escapar a su destino y terminó atrapada en su propio juego extraviándose en un mundo de múltiples e inescrutables interpretaciones, donde cada uno de sus sentidos libra una cruenta batalla cotidiana intentando descifrar lecturas interminables, insoslayables, infinitas...”
Sigue leyendo. Como siempre, y ante todo, simplemente lee.
De repente, agarra tanteando otro libro cualquiera, sin detenerse siquiera a elegir. Acaricia su lomo y aspira el aroma que despiden sus hojas, mientras escoge  una página al azar para empezar el derrotero de una nueva travesía.
 Ahí está la lectora concentrada, abstraída, inmersa en sus más profundas cavilaciones.


2.11.10

La lectora entre piedras





La lectora volvió del NOA y compartió algunas fotos del viaje con amigos. A una de esas fotos, Diego Ariel Vega respondió con este texto (hay que aclarar que todavía no había sido publicado este post). Una misma imagen puede generar diferentes textos, de la misma forma que, al revés, un mismo texto diferentes imágenes (eso ya lo comprobamos en la convocatoria). 
La lectora entre piedras
Abstraída se encuentra la lectora, profundamente concentrada en un pequeño cuaderno cuyas páginas a primera vista parecen desnudas, blancas, vacías. Pero no se dejen  engañar por el efecto visual, porque la lectora ya no necesita del texto impreso frente a sus retinas a estas/esas alturas, donde el efecto se potencia.

Ahí bien al norte, lejos de la ciudad, sumergida en los paisajes majestuosos de esa quebrada mágica, tan especial, donde resuenan los nombres de Tilcara, Purmamarca y Humahuaca…ahí, entre enormes piedras milenarias recrea historias ya vividas. Así,  escribe con su propia mirada, ojos bien cerrados (no los necesita) mientras en forma simultánea va leyendo y construyendo su propio relato.
Entonces, se deja llevar y se pierde. Se traslada a otros mundos, a otros lugares, a otros universos, y en un instante levanta la vista y esas rocas se amontonan, crecen, mutan y conforman ahora un círculo especial. Ahí está ahora en Stonehenge; y después en el Reino de Sukhothai. Ahora enfrenta a los ídolos de la Isla de Pascua, y ahora está sentada en un pequeño asteroide, el B 612. Ahora está en Tiwanaku, frente a las pirámides de Gizah, en la Acrópolis de Atenas. Siente algo de frío en el desolado Mar de la Serenidad. Alza la vista en la impactante Machu Picchu y  se  deslumbra en Petra y en el templo de Borodudur. Sobrevuela el planeta Geonosis, Chichén Itzá y las ruinas de Angor Kwat, se esconde en las cuevas de Ellora…
Sus párpados cerrados, ahora vuelven a abrirse. Alto en el cielo, un cóndor andino se eleva y la mira con curiosidad. Su sombra la rodea. La lectora inspira el aire más puro posible de la Tierra y otra vez, cierra los ojos para continuar con su lectura.


También en Divagante divergente.