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22.1.13

La lectora y la fiebre




La lectora siente la piel colorada como si estuviera asomándose a una olla con un guiso humeante. Con cada página que avanza se acalora más. Las palabras le exigen que se desabrigue. Pero se queda inmóvil; la pequeña lectora duerme en su regazo y moverse equivaldría a despertarla. ¿Debería dejar de leer hasta que termine su siesta? Para variar, no lo hace: pasa otra página. Entonces nota que la pequeña lectora va tomando temperatura. Como si las palabras también le afectaran. La lectora piensa que si la pequeña escucha su lectura silenciosa, ya es hora de seleccionar cuáles libros leer en el caso de tenerla a upa. O seguir igual, sin filtros, y ver qué pasa.