foto: Silvina Báez
El autor sólo escribe la mitad de un libro.
De la otra mitad debe ocuparse el lector.
Joseph Conrad
(1857-1924), escritor polaco.
El aire frío que muchas veces la llevó a refugiarse en cafés, negocios, incluso en la boca del subte, esta vez la impulsa a salir.
La lectora inspira con ganas y el olor del invierno le hace recordar tantos otros inviernos. El frío tiene ese perfume característico que revive momentos invernales ya pasados. Si la lectora tuviera una magdalena a mano la comería en homenaje a ese viaje repentino a través del olfato, pero no hay magdalenas a la vista. Lo que sí tiene es un libro en la cartera y, una vez encontrado un rinconcito con un poco de sol, lo abre.
La lectora recuerda y lee al mismo tiempo, dos acciones que -como ahora- pueden llegar a significar lo mismo.
También en: Los martes miento (revista virtual semanal)
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