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26.5.20

Entrevista a Lamberti en La Balandra


Y justo cuando empezó la cuarentena estábamos por encontrarnos con Lamberti para hacer una entrevista para la Fundación La Balandra
En su momento (era mediados de marzo), nos planteamos si lo resolvíamos por skype o si esperábamos un par de semanas y la hacíamos en persona. Decidimos hacerla por skype nomás, por suerte. 
Bueno, ya puede leerse completa en el site de La Balandra, por aquí.

en plena charla, por skype

3.3.20

El material de escritura se puede vivir como un material concreto



Conocí a Carlos Chernov leyéndolo (me habían pedido que reseñara su último libro de cuentos, Amo, publicado por Interzona, y quedé fascinada), al poco tiempo le escribí e iniciamos un intercambio de mails donde hablamos de la escritura y del oficio. Aprovechando que visitaría Argentina para fin de año, quedamos en encontrarnos para dar una vuelta por el Jardín Botánico.
Les comparto el resultado de esa charla en el site de la Fundación La Balandra





29.11.18

Anfibias

Hace unos días, Maumy González​ me hizo unas preguntas sobre mi cuento Anfibias (que abre Criaturas, Alto Pogo​) para su taller literario. Les comparto las preguntas y las respuestas, y de yapa una foto en el sauna que menciono en la mini entrevista.

Sauna del Hotel Castelar, en el 2015

1. ¿Cómo surgió Anfibias?
1. Un día fui al spa del hotel Castelar. La recepcionista, lo primero que hizo fue darme indicaciones sobre el uso del circuito de saunas: ese antes, el otro después, jamás alterar el orden o saltearse alguno. También especificó el tiempo máximo de permanencia, que variaba entre sauna y sauna. Eran demasiados detalles y, como suele ocurrirme, antes de que la mujer terminara con la explicación meticulosa yo ya había olvidado todo. Mientras la recepcionista hablaba, yo pensaba si habría alguna clave oculta en el orden y en la precisión del tiempo. Ella hablaba como si estuviera enumerando ingredientes de una pócima que requiriera atención extrema. ¿Alguien conseguiría retener todos esos datos? ¿Qué pasaría si uno alteraba el orden o se quedaba de más en alguno? Le pregunté a la recepcionista si las instrucciones estaban en algún cartel ayuda memoria. Se rió, con una risita que, para mí, escondía algo más. Esa misma tarde empezó a gestarse Anfibias y lo escribí un par de días después, de una sola sentada. Elegí narrarlo en primera persona porque quise que el lector se sintiera interpelado, como si lo estuvieran agarrando por la cintura y hablándole al oído.
El motor para escribir fue, más que nada, saber qué había por detrás de ese spa al que había ido. En cierto sentido necesitaba averiguar de qué me había salvado.

2. ¿Por qué escribir un cuento fantástico?
2. Escribo cuentos considerados fantásticos porque así me salen últimamente. No planeo el género antes de sentarme a escribir, sobre todo porque descreo de los géneros absolutos. Maurice Blanchot dice (y lo cita Todorov en Introducción a la literatura fantástica) “Sólo importa el libro, tal como es, fuera de los rótulos, prosa, poesía, novela, testimonio, bajo los cuales se resiste a ser ubicado y a los cuales se niega el poder de fijarle un lugar y determinar su forma”. 

3. ¿Qué características consideras que debería tener un cuento para ser considerado dentro del género fantástico?
3. Creo que un cuento considerado fantástico por un consenso general, tiene las raíces en la realidad y, en algún momento, nos descoloca con un elemento que nos lleva a otra realidad, un elemento que corre al lector del eje al que está acostumbrado pero también lo mantiene en un mundo que conoce (porque si lo apartara del mundo conocido caeríamos en la fantasía: en Tolkien, por dar un ejemplo). 
El cuento fantástico genera incomodidad, hace que el lector dude, ¿esto está pasando, es posible, podría pasarme? Yo lo veo como una fisura en la realidad, que te hace acceder a otro plano de la realidad. O sea: seguimos estando en la realidad. Una realidad ampliada, más elástica, si se quiere. Pero también puede llamarse cuento fantástico, claro.
Comparto un fragmento de una de las clases que Cortázar dio en Berkeley en 1980, que me identifica mucho: “…lo fantástico nunca me pareció fantástico sino una de las posibilidades y de las presencias que puede darnos la realidad cuando por algún motivo directo o indirecto alcanzamos a abrirnos a esas imprevisiones (…) No es un escapismo, es una contribución a vivir más profundamente esta realidad…”

4. ¿Qué autores argentinos contemporáneos que hayan incursionado en el género fantástico recomendarías leer?
4. Argentinos y contemporáneos que hayan incursionado en el género fantástico: Schweblin y Lamberti (pero, de ambos, sólo recomiendo los cuentos).

5. Nómbrame algún cuento (o cuentos) de género fantástico (y su autor/a) que consideres ícono en el género, es decir, que alguien que quiera incursionar en el género debería sí o sí leer.
5. Soy lectora y relectora de los cuentos de Cortázar. De su forma de ver el mundo, Aurora Bernárdez dijo en la única entrevista que dio: “Hubo un día  en que me di cuenta, y ocurrió rápidamente, que él estaba viendo otra cosa. Al principio esa otra cosa me parecía, cómo decirlo, una fantasía que contradecía mi sentido racional de la realidad. Un buen día me di cuenta de que no, de que no lo contradecía, de que tal vez esa fuera la verdadera realidad”.
Otros autores que recomendaría: Henry James, Edgard Allan Poe, Dino Buzzati, Franz Kafka. ¿Todos ellos escriben fantástico? No lo sé. En gran medida, sí. Pero si uno se pone a googlear, encontrará las opiniones más contradictorias. Léanlos, más allá del género. 
¡Ah! Me faltó mencionar un cuento al menos. Veamos… elijo “Una muchacha que cae”, de Buzzati. Y les dejo el link:
http://descontexto.blogspot.com/2008/11/muchacha-que-cae-de-dino-buzzati.html

15.11.18

La poesía tiene que ver con la intuición - entrevista


ANAHÍ FLORES POR AUGUSTO MUNARO - ENTREVISTA

Link a la entrevista en Malón Malón.

La poesía tiene que ver con la intuición

Ciertas horas de la primavera (La Carretilla Roja), de Anahí Flores, captura el aura de un lugar tan singular como es Plaza San Martin, pleno corazón de Capital Federal. Poemas en serie que, como verdadera caja negra, registran las pequeñas acciones de un sitio donde “la arquitectura, las costumbres particulares, las callecitas, los habitantes, tanto los actuales como quienes vivieron en el mismo espacio pero en otras épocas”, como dice en esta entrevista Flores, tejen una urdimbre de sensaciones ricas en el detalle sensorial.

⎼Si no me equivoco, éste es tu segundo poemario donde la plaza figura como sitio central de tu poética. Más allá de haber vivido a escasas cuadras de Plaza San Martín, ¿qué ocurre en este espacio público que tanto te atrae?

-Vos te referías a Catalinas y La plaza, que son los dos poemarios anteriores que también dan vueltas por estos paisajes y temas. De chica pasaba muchas horas en la plaza de enfrente de casa, que queda junto a las vías de un tren carguero. Más adelante, cuando vivía a dos cuadras de la Plaza San Martín, iba a caminar con el cochecito y escuchábamos los trenes que salen de Retiro. Ahora, con mi hija, pasamos las tardes en la plaza de al lado de la estación Florida. Las plazas con árboles y juegos son lugares donde pasan cosas. Además de pasar el tren, uno va, se instala y conversa, toma mate, si tiene suerte lee. Por su parte, los niños construyen mundos. Tal vez por todo eso son espacios que me atraen. Pero no creo que sea la plaza en sí el tema central en Ciertas horas de la primavera, sino cierta atmósfera del lugar: la arquitectura, las costumbres particulares, las callecitas, los habitantes, tanto los actuales como quienes vivieron en el mismo espacio pero en otras épocas y, si uno presta atención, siguen latentes.

⎼El factor cronológico articula el libro, vertebra el ritmo del texto de forma decisiva. Cada poema responde a un horario del día en particular. Más allá de lo obvio, Anahí, ¿cómo comulga dicha precisión temporal en relación al sentir poético?

-Hay un punto en el que doy muchas vueltas, en prosa y en poesía: encontrarle el título a cada texto. Sobre todo en poesía, ya que en un libro pequeño de, por ejemplo, veinte poemas, hay que lograr veinte títulos (más el del libro). O bien optar por que la serie lleve un título general y cada poema quede sin nombre (eso hice en Se durmió, editado por Bajo la Luna). Siendo que los poemas de Ciertas horas... responden a diferentes atmósferas del día, se me ocurrió ponerles horas precisas y solucionar, con ese recurso, el tema de los títulos. Algunos son matinales, otros de mitad del día (teniendo en cuenta que está inspirado en un barrio céntrico, es una mitad del día muy agitada), y otros de fin de día. Al ponerles una hora, quedaron organizados. Me encanta el orden: que ese poema vaya en esa página y no en cualquier otra, de la misma forma que un poema tiene tantos versos o sílabas, y es esa cantidad y no otra cualquiera la que le sirve.

⎼¿Detectás cierta mirada voyerista en la construcción de esa descripción obsesiva por el detalle, a lo largo de todo el poemario? ¿Por qué?

-Soy muy de mirar y escuchar, pero eso no es algo mío sino de todo aquel que escribe. Un amigo me preguntó el otro día cómo había retenido en la memoria algo que mi hija había dicho. Era un discurso largo y lo reproduje por escrito con las palabras y la sintaxis de una niña de seis. Por supuesto que debo haber hecho alguna adaptación, pero la forma de construir las frases se mantenía. Imagino que es porque estoy entrenada (no me quedó otra) en retener diálogos y voces (con voz me refiero a la forma de hablar). Si no, ¿cómo haría para robar diálogos de “la realidad” y luego incluirlos en la voz de algún personaje?

⎼¿Cómo empezás a escribir un poema?, ¿escribís metódicamente?

-Esta pregunta puede tener tantas respuestas como poemas haya escrito, y siendo que escribo desde los catorce años… Los poemas suelen desprenderse, en mi caso, de algo que me pasa o escucho por la calle. O de los sueños. Anoto mis sueños todos los días al despertar y a veces releeo alguno, más tarde, y lo reciclo en un poema. En realidad, me encantaría saber cómo empiezo a escribir un poema. Pero temo que, si eso pasara, dejaría de sorprenderme y correría el riesgo de empezar a escribir en serie.

⎼En los poetas actuales parece dominar más el anhelo de prestigio social que el de lograr una obra trascendente. ¿Cómo vivís el hecho al coordinar talleres de lectura y escritura?

-Es verdad que no pocas veces la gente llega al taller con la ambición de publicar y no de escribir (mucho menos de corregir y corregir y corregir). Esto pasa tanto en poesía como en narrativa. Por suerte, o se quedan poco tiempo en mi taller porque se dan cuenta de que por ahí no va la cosa conmigo, o bien descubren el placer del oficio y agradecen que los haya disuadido de publicar sin corregir.

⎼¿Qué ventajas ofrece la enseñanza de la poesía? ¿En qué vicios se incurre cuando se pretende enseñar poesía?

-¿Ventajas? No lo sé. Nunca pensé que podría haber ventajas en enseñar poesía. Siempre relacioné con el marketing los beneficios de cualquier cosa. Prefiero encarar una actividad por el placer de hacerlo y no por un premio que pueda llegar en algún momento.

Y no pretendo enseñar poesía. No sabría cómo hacerlo. Lo que sí hago y me encanta es generar las condiciones para que, quien se acerque a mi taller, tenga ganas primero de leer, leer mucho, y en una segunda instancia, de escribir. Vicios al dar un taller puede haber tantos... Por ejemplo: alguien escribe un poema, lo trae al taller para compartir y el tallerista, en vez de pensar en cómo ese poema puede funcionar mejor, se enfoca en pensar cómo lo habría escrito él mismo y lo corrige bajo esa mirada. Ahí tenés, después, esos talleres en los que todos salen escribiendo igual y no están ni cerca de encontrar su propia voz.

⎼¿Qué poetas argentinos considerás vinculables a tu poesía?

-Cuando uno escribe suele armarse un árbol genealógico propio formado por aquellos poemas que más lo transformaron y lo impulsaron a escribir. Suelen ser poemas que uno lee y relee y relee. En ese árbol personal reúno cantidad de poemas de Fabián Casas, otros de Laura Wittner, varios de Jorge Aulicino, algunos de Andrés Neuman y de Eric Schierloh. Me limito, acá, a mencionar las influencias nacionales y actuales, si no, la lista seguiría.

⎼El maestro Aldo Oliva decía que escribir poesía significaba “romper las reglas del juego”. ¿Contás con alguna definición personal sobre la poesía?

-Definir la poesía, me parece, va en contra de la poesía misma. Porque no se trata solo de una técnica o de palabras. Tampoco tiene que ver con escribir en forma de verso. Va más allá. Es una manera de ver el mundo y de actuar en él también. Una manera de tocar. Cada uno percibe la poesía de forma diferente. Por eso podría haber tantas definiciones como lectores haya. Y si bien estoy diciendo que no sabría definir la poesía, sí sabría, creo, identificar algo que no lo es. La poesía se lleva mal con lo no sincero, con las posturas. En eso se parece a las relaciones humanas.

⎼¿Cómo relacionarías tu experiencia sobre la filosofía del Yôga con tu poesía? ¿Notás puntos de contacto? Si es así, ¿cuáles son?

-El Yôga es una filosofía de vida que lleva al autoconocimiento. Escribir poesía me lleva al mismo lugar, aunque por otro camino. Cuántas veces me entero de cosas porque, primero, las escribo. Al releer el borrador de un poema, puede pasar que me encuentre con aspectos de mí misma que desconocía. O que organice sensaciones que estaban dispersas y, al ordenarlas, cobren sentido. La poesía tiene que ver con la intuición. Uno escribe desde un lugar que no es el cerebro ni el corazón. Es otro canal por el que pasan las palabras, un canal más sutil que el de las emociones o los pensamientos. Y es un canal que se entrena mucho con la práctica del Yôga. Por supuesto que no siempre es así y es probable que no todos escriban de esta forma, estoy dando apenas mi opinión basada en cómo lo vivo yo.

⎼Anahí, vos estás dividida entre poesía y prosa. ¿Escribís poesía continuamente?

-No lo veo como estar dividida, más bien multiplicada. Ambos géneros se alimentan e invaden entre sí. Escribo continuamente (“escribir” es también tomar notas, revisar un texto, dejar que alguna idea fermente).

-¿Cuándo sabés que lo que vas a escribir va a ser un texto en prosa o un poema?

-A veces sé que lo que voy a escribir es poesía o prosa desde antes de empezar. Otras, me embalo con la idea de algo que creo que será un cuento, pero en el proceso veo que no cierra y termino encontrándole la vuelta al pasarlo a poesía. Me ocurre más de prosa a poesía que el camino inverso.

-¿Te reconocés siempre en los poemas que escribiste?

-Me reconozco en los poemas que escribí igual que en las fotos de antes. Si el poema o cuento es muy lejano, probablemente la sensación sea semejante a ver fotos de la adolescencia, con peinados y ropa que hoy no usaría.

⎼¿Leer poesía te estimula a escribir poesía?

-Leer poesía que considero buena, sí. Es casi un llamado, como escuchar una voz que canta y no poder contenerte de ir y sumarle una segunda voz.

⎼Por último, Anahí, ¿pensás que la poesía puede ser criticada?

-Todo puede ser criticado. El peinado de alguien, la forma en que decoró la casa, la decisión de tener o no un hijo. No veo por qué la poesía estaría libre de la crítica.



Anahí Flores (Buenos Aires, 1977) se dedica a escribir y a coordinar talleres. Publicó Limericks cariocas (2011), Catalinas Sur (2012), Todo lo que Roberta quiere (2013), y Se durmió & otros poemas (2015), ganador del Tercer Premio del Fondo Nacional de las Artes, y Criaturas (2018).

11.4.18

Criaturas en Entre vidas

Conversé sobre Criaturas con Mauro Yakimiuk en su espacio Entre vidas. Si quieren leer el resultado de la charla, pueden hacer click aquí.


27.2.18

La vaca mariposa



Cuando La Vaca Mariposa me preguntó por las vacaciones y, acto seguido, por una lectura para recomendar, me dieron muchas ganas de hablar de vacaciones y libros, sí, pero también de las sincronías que a veces surgen sin que uno las busque.
Los invito a pasar por este link para seguir leyendo, aunque las vacaciones, a esta altura, ya hayan terminado.


26.9.17

La poesía propone un reencuentro con lo instintivo


Hace unos días, Florencia Naiman me hizo unas preguntas. Aquí les comparto una de mis preferidas, pero si quieren leer la entrevista completa, pueden darse una vuelta por la Revista Oz.

En tus textos se nota un tratamiento particular de lo cotidiano, se da cierto extrañamiento frente a la experiencia de lo doméstico, ¿cómo pensás la relación entre literatura y realidad?


A decir verdad, no pienso mucho en la relación entre literatura y realidad. Suelo escribir a partir de lo que veo. A veces, en lo que llamamos realidad aparecen pequeñas grietas o portales, y por ahí uno se asoma a otras realidades (o a otras partes de esta misma realidad). Lo que trato de hacer es ordenar todo eso en palabras, sin proponerme alterarlo.

19.9.17

Entre vidas

Foto: Analía Brown
Link a Entre vidas


La escritora Anahí Flores habló con Entre Vidas de su libro de poemas Ciertas horas de la primavera, publicado por La Carretilla Rojas. En dicho libro, la autora señala que vio cada poema como una instantánea urbana en movimiento y que el nombre del libro tiene que ver con que fueron escritos durante esa época del año. Además, adelantó que está en etapa de revisión y corrección de dos libros que serán publicados el año que viene por Alto Pogo y por Qué diría Víctor Hugo?, dos editoriales de La Coop.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En el momento previo a escribir más que rituales tengo excusas. Hago un mate, luego agarro algo para comer, respondo algún mail para no dejarlo para después. Puedo hacer de todo para retrasar el momento de sentarme y arrancar (releo esto que escribí y noto que abundan los “para”. No es casual, tratándose de excusas).

¿Con qué frecuencia escribís?
Eso depende de a qué llamamos escribir. Todo el tiempo estoy escribiendo, a veces mentalmente. Otras, ni siquiera en la mente, sino en algún lugar más sutil como la intuición. Pero si te referís a poner las manos sobre el teclado o agarrar una birome (yo soy de las que siguen escribiendo en cuadernos), podría decirte que casi todos los días, un poco.

¿Quién te inculcó el amor por la literatura?
No es una persona en particular, si no, ¡qué responsabilidad! A la literatura entré leyendo, y ahí los responsables fueron mis padres. A escribir arranqué después, a los trece años, aunque tengo algún que otro texto anterior.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Ciertas horas de la primavera?
En realidad, no los seleccioné, sino que los escribí en serie. Me gusta mucho producir en serie y así, también, nacieron mis libros anteriores. Es como si escuchara una melodía y quisiera hacer muchas variaciones, hasta agotarla. Cuando la agoto, concluye la serie. En el caso de Ciertas horas de la primavera, veo cada poema como una instantánea urbana en movimiento.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Porque lo escribí en primavera. Porque siento la primavera en esas páginas. Porque cada poema ocurre a una hora diferente del día. Porque los poemas van desde la mañana temprano hasta la noche tarde y luego el libro termina.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
No me sale un poema preferido… Sería como elegir un hijo preferido, ¿no?
Pero no quiero escapar a tu pregunta, a ver… Releo ahora y elijo el de las 6 PM. Sin embargo, no me tomes muy en serio, tal vez si releyera el libro mañana, elegiría otro.
Con respecto a cuál destacan los lectores, por suerte suelen mencionar diferentes poemas y eso me deja más tranquila que si sólo comentaran uno.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con La Carretilla Rojas?
Le escribí a Mauro Quesada, el editor, porque me había gustado el formato pequeño y artesanal de los libros. En el acto charlamos (todo por mail), leyó algunas propuestas que le envié y eligió Ciertas horas. El resto fluyó perfecto: de la tapa se encargó él (la ilustración es de Diego Berger) y para la contratapa tuve el honor de contar con Jorge Aulicino.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Tengo cierta resistencia a recomendar libros, lo que me apasiona a mí puede resultarte indiferente a vos o a quien sea. Te cuento de mis últimas lecturas preferidas: en marzo leí (y releí varias veces) El libro de las pesadillas, de Galway Kinnell. En abril, y gracias a la recomendación de mi amigo Ricardo Bada, devoré Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer. Y en junio, me dejé llevar por Stoner, de John Williams, gracias a mi amigo Sebastián Grimberg que, como no quería prestarme su ejemplar, terminó regalándomelo para mi cumpleaños.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En este momento estoy en plena revisión de Criaturas, que es un libro de cuentos que saldrá este año por Alto Pogo. También estoy terminando de pulir Quizá en otro momento, poemario que editará Qué diría Víctor Hugo? el año que viene. Pero todo eso es revisión. Escribir, estoy escribiendo una serie de poemas que se desató en el mismo momento en que me mudé a Florida, o sea hace unos meses. Por el momento, sigue creciendo.

6.6.17

1 poeta 10 preguntas



Gracias a Pablo Gabo Moreno por invitarme a participar con diez preguntas (o sea, con diez respuestas) en su sitio 1 poeta 10 preguntas
Les dejo el link a las preguntas, con las respuestas, aquí.

20.9.16

Cinco preguntas y un final

Adriana Morán Sarmiento, de la librería La vaca Mariposa, me hizo cinco preguntas y pidió que eligiera un final que me gustara. 
Pueden leer el resultado haciendo click aquí.


14.6.16

El infinito viajar

En El infinito viajar reúnen escritores y artistas plásticos y les piden que cuenten cuál es su proceso creativo y si es que tienen un método. Me gustó tener una excusa para ponerme a pensar en el asunto. Me salió esto:

No creo tener un procedimiento de escritura. Y cuando más de una vez sospeché que empezaba a tenerlo, me desvié. Si me pongo a pensar en cuáles son mis disparadores para escribir, encuentro escenas de la vida cotidiana (ya sea en la vigilia o en sueños) que parecerían pequeñas pero, por un motivo u otro, me llaman la atención al punto de llevármelas conmigo, observarlas, reconstruirlas con leves variantes, mirarlas desde otros puntos de vista, pensarlas, repensarlas y (a partir de aquí ya no sé cómo funciona la cosa) de pronto, de esa escena empieza a desprenderse algo que tomará la forma de un poema, un cuento o una nouvelle. Una vez que estoy en ese punto, todo pasa por sentarme a escribir y luego revisar, revisar, revisar. No hago investigaciones o búsquedas externas, salvo charlas con un par de amigos que suelen ser, también, mis primeros lectores. Aunque esas charlas no son sobre el asunto que trata en el cuento sino sobre cómo construir la historia de la mejor forma.

Luego me pidieron que hablara sobre la relación que hay entre el cuerpo y el momento de escribir. Pensé en muchas respuestas, terminé escribiendo esto:

Doy mucha importancia al cuerpo. Intento estar cómoda (mis parámetros de comodidad son bastante amplios) y no me quedo quieta por horas, sino que cambio de posición cada cierto tiempo. A veces escribo de pie. Me gusta hacerlo a mano y en papel, me resulta más físico que el teclado de la computadora. 
Hace muchos años, tuve una época en que me ponía cabeza abajo media hora por día. Tal vez por la cantidad de sangre que va al cerebro al estar dada vuelta, se disparaban cantidad de ideas interesantes. Eso me hace acordar a este fragmento del gran Lewis Carroll, en A través del espejo y lo que Alicia encontró allí:
El Caballero pareció sorprendido con la pregunta:
—¿Qué importancia tiene la posición de mi cuerpo? —dijo—. Mi mente continúa trabajando sin hacer diferencias. En realidad, cuanto más cabeza abajo estoy, más cosas nuevas invento.

Para finalizar, les mandé cuatro poemas. Uno de Se durmió (Bajo la Luna, 2015), otro de La Plaza (Paisanita, 2013), uno de Catalinas Sur (Eloisa Cartonera, 2012) y un inédito.

Pueden leer la nota completa, y las de otros escritores, entrando al link de El infinito viajar.

7.11.15

El Conejo Blanco pregunta

El Conejo Blanco pregunta. Hoy, Anahí Flores

10/31/2015


- ¿Qué palabra te hubiera gustado inventar? ¿Por qué? 

Papénico. Sintetiza el papel higiénico. Los derechos autorales de ese neologismo son de mi hija de tres años.​


- ¿Cuál fue el lugar más extraño en el que sacaste un libro y te pusiste a leer? 

En el medio de la Nueve de Julio. Los autos pasaban muy cerca, lo sé porque los veía por el rabillo del
ojo y sentía el viento que hacían al pasar. Y por los bocinazos. Hay foto que registra el momento.

 
Foto: Lali López


- Si pudieras darle vida a alguno de los personajes de tu obra, ¿a cuál sería? ¿Por qué? 

Todos mis personajes vienen de la vida real, a lo Frankestein: la obsesión de fulano, la forma de caminar de mengano. Es verdad que lo camuflo bastante, pero siendo que ya emigraron de la realidad a la ficción, me daría no sé qué hacerlos recorrer el camino a la inversa. Habría que ver si quieren.


- ¿Qué libro le darías a leer a tu peor enemigo? 

El más gordo que encuentre. Se lo lanzaría como proyectil.


- Si aparece el Conejo Blanco y te pide que lo sigas, ¿qué hacés?- Si aparece el Conejo Blanco y te dice que lo sigas, ¿qué hacés? ¡Contanos!

Acá lo coherente sería responder que lo seguiría adónde fuera, pero este año escribí un cuento en el que una mujer cocina un conejo (no diré más porque es el cuento que leeré en Siga al conejo blanco). Así que voy a hacerme cargo de ese personaje y decir que tal vez, quién sabe, a pesar de ser vegana lo metería en el horno.




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El Conejo Pregunta
Anahí Flores







3.6.14

10 preguntas en El almacén de libros

(Esta breve charla apareció en el sector "10 preguntas" de El almacén de libros. Link a la entrada original, aquí).
¿Cómo empezaste tu carrera como escritora y cuándo?
Tengo manuscritos de cuentos y poemas (mediocres) desde la infancia, pero hacia los trece empecé a escribir más y, tal vez, un poquito mejor. Pero sólo escribía, sin mayores pretenciones, nunca pienso en escribir como una carrera sino como algo que viene conmigo sin más explicaciones. Tengo un amigo al que conocí por aquella época (primer año del Colegio), con el que intercambiábamos poemas y, luego, nos hacíamos crítica constructiva uno a otro. Fue la primera persona (más allá de mis padres) que me aportó con su opinión, no siempre benévola por suerte.
 ¿Te inspiró alguien en particular?
Tal vez la convivencia (que luego fue epistolar) con ese amigo del que te hablaba. Tal vez la biblioteca en lo de mis padres. La verdad que no lo tengo muy claro.
¿A qué hora del día te surgen más ideas?
Soy bastante desordenada en relación a los horarios. Pero ser desordenada con el uso del tiempo no me impide ser disciplinada: al contrario, mi disciplina se da bien con el caos. Así que a cualquier hora.
Pero para no dejar la respuesta tan amplia, te cuento que gran cantidad de mis cuentos nacen de los sueños. Por ejemplo una vez Hugo Correa Luna, que en aquel momento era mi profesor de escritura en Casa de Letras, nos dio una consigna que a mí me pareció bastante complicada. Le di vueltas todo el día. A la noche, mi sueño cumplió al pie de la letra los detalles de aquella consigna. Me levanté de madrugada y escribí, de un tirón, el cuento completo. Por supuesto que después tuve que pulirlo un montón, pero la estructura y todo lo esencial se mantuvo y es un cuento que aún hoy, años después, me gusta.
 ¿En qué lugar de tu casa te gusta escribir?
En la cama. En la cocina con el agua para el mate al fuego (efecto colateral: se me pasa el agua). En el cuarto de Sofi mientras juega. En la mecedora. En la cama. En la bañadera durante un baño de espuma, aunque se moje el papel. Frente al lavarropas mientras se hace el lavado. En el sofá frente a la chimenea cuando hace mucho frío. En la cama. En el puf. En la cama. (No tengo escritorio).
¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo? 
Mi lugar de trabajo a nivel espacio lo ambienta Sofi dependiendo de a qué está jugando en ese momento. Casi siempre tengo un mate al lado (yerba dulce, cáscara de naranja o limón, menta y un poco de yerba si queda espacio, jejeje).
 ¿Cómo surgió la idea de tu libro Todo lo que Roberta quiere?
Cuando me gusta un tema, por lo general me salen series y no textos sueltos. Empecé con La lectora en la ciudad a fines de 2008 y hasta ahora (2013) sigo haciendo periódicamente episodios cortos sobre esa chica que lee en todos lados. Me pasó lo mismo con otras series de cuentos o poemas. Con Roberta no fue la excepción. El primero de los cuentos es de enero del 2010 y lo escribí en la Patagonia. Durante ese y otros viajes a las montañas (Mendoza, Catamarca), fueron viniendo otro y otro más, era como si Roberta y su novio viajaran con Miguel y conmigo. Hasta que el 15 de abril del 2011 escribí el último de los once cuentos (que no es el último que aparece en el libro). Casualmente, también dejamos de ir a las montañas y, días después, quedé embarazada.
¿En qué te basaste para escribir los cuentos?
Los cuentos de Roberta ocurren en alguna cordillera. Es que en esos años nos la pasamos subiendo montañas, supongo que si en vez del trekking nos hubiéramos enganchado con el surf, Roberta y su novio hubieran tenido historias semejantes pero entre las olas.
Concretamente, cada cuento está inspirado en algún hecho real, o que me pasó directamente a mí o que me contaron. Es sorprendente la cantidad de historias que podrían clasificarse como fantásticas, que cuenta la gente en las montañas. Sobre todo de noche, en un refugio o en una carpa. Pero lo interesante es que no las cuentan como fantásticas, sino como reales.
¿Cuáles son tus autores preferidos?
Saramago. Borges. Kafka. Poe. Cortázar. Calvino. Tantos otros. No necesariamente en ese orden.
 ¿Qué autores recomendás leer a tus lectores?
Saramago. Borges. Kafka. Poe. Cortázar. Calvino. Tantos otros. No necesariamente en ese orden.
 ¿Qué libro famoso te hubiera gustado escribir?
No fantaseo con haber sido la autora de ningún libro que me haya enamorado. Lo que a mí me fascina es entablar una charla mental con el autor de ese libro, o con los personajes. Y sería aburridísimo si fuera un monólogo conmigo misma. Así que ninguno: soy feliz por ser la lectora.

3.12.13

La lectora en el blog de Casa de Letras

En el blog de mi querida Casa de Letras apareció, la semana pasada, esta entrevista sobre la lectora. Éste es el link original. Gracias, gracias :-)

La lectora en la ciudad

Por Sebastián Robles
Mucho se habló de los blogs como soporte de sueños, intereses y aspiraciones personales. Sin embargo, con algunas excepciones, se dijo más bien poco acerca del rol que tuvieron en la formación de la generación de escritores que hoy ronda los treinta años. Lo cierto es que, si bien en los últimos tiempos parecen haber sido desplazados por redes sociales como Facebook o Twitter, los blogs todavía están ahí y en algunos casos gozan de muy buena salud, como un testimonio felizmente anárquico de creatividad al margen de cualquier filtro editorial.
La lectora en la ciudad” es un personaje, y es también el nombre del blog que viene llevando adelante, desde hace algunos años, la escritora y poeta Anahí Flores, egresada del programa de formación en escritura narrativa de Casa de Letras. Lo que empezó como un proyecto personal, terminó sumando también a otras personas: fotógrafos, ilustradores, lectores del blog que enviaban sus propias fotos leyendo, o sus propias experiencias de lecturas registradas en textos. Otros tomaban a la lectora como personaje y hacían micro cuentos con ella.
Conversamos con Anahí acerca de “La lectora en la ciudad”.
¿Cómo surge la idea de hacer el blog?
Fue una forma de darle un espacio propio a la lectora, personaje que, cuando nació el blog, ya tenía un año.
Borges dijo que él no sabía si había sido un buen escritor, pero sí un buen lector. Qué pena no poder decirle a Borges que esa frase resultó uno de los principales disparadores de la lectora. Un poco fue esa frase y otro poco la auto-observación: hice una lista de lugares para leer, por ejemplo el medio de la Avda. Nueve de Julio (no se me ocurrió de ingeniosa, sino porque ya me había encontrado a mí misma en el medio de la avenida y con un libro abierto, los autos pasándome a ambos lados).
Quería que la voz del narrador estuviera definida desde el inicio, para que se mantuviera en todos los episodios o posts. Hay un poema de Andrés Neuman que se llama Mujer leyendo, en el cual él describe una escena donde aparece una lectora y lo que a él le pasa cuando la mira. Tal vez al leerlo supe que quería que ella no hablara: a la lectora la dejaríamos haciendo lo suyo, que es leer. La lectora sería observada y con eso, pobre, la condené a ser callada.
Tener una estructura (microrrelato en tercera persona con foto producida, por lo general, después del texto) y un personaje más o menos definido es una gran ayuda y una condena. Ayuda porque a partir de entonces hay un molde y lo único que queda es rellenarlo. Condena porque el personaje mismo exige que uno no lo deje de lado. O, más bien, uno lo ve ahí al personaje y quiere mantenerlo vivo.
¿Cuánto hay del personaje de la lectora en Anahí Flores?
Todo.
Sos autora de tres libros (cuentos, poesías y limericks), además de varias publicaciones acerca de filosofía del Yôga. En el blog se menciona que estás corrigiendo una nouvelle, “Láctea”. ¿En qué medida creés que influye (o no) la experiencia del blog sobre tu escritura?
En la escritura no creo que influya. Los textos de la lectora los revisamos Diana Raschelli de Ferraris (mi mamá) y yo como si se trataran de microrrelatos para un libro. Con esto quiero decir que no por ser material para blog es escritura a las apuradas o sin corrección.
¿Podés contarnos alguna anécdota que te haya resultado curiosa o interesante en estos cuatro años de blog?
El último mes de embarazo y los tres primeros meses de la vida de Sofi me tomé “licencia por maternidad” del blog. Muchos amigos (Hugo Correa Luna, Gabi Luzzi, María José Eyras, Julio Flores –mi papá– y Lilly Burgwardt, entre otros) mandaron textos y/o fotos para que el blog no parara. Dejé programada una entrada por semana. El martes que tuvimos el larguísimo trabajo de parto –casualidad o no– estaba programado el post de Darío Kullock La lectora en el vientre. ¡Fue una forma de despedirnos de la panza, justo el último día!
Hay muchas más anécdotas. Amistades que nacieron a través del blog. Un libro de limericks que tiene a la lectora como protagonista, escrito por Ricardo Bada, publicado por CakiBooks. Una exposición de arte donde se incluyeron dos cuadros inspirados en la lectora. Me gusta cuando toman prestada a la lectora para otras obras.
¿Qué otros blogs te gusta leer?
En los últimos tiempos, como estoy muy metida con la lectura de libros que luego comento para El almacén de librosCatamarcaPress y la revista Limonada, tengo los blogs un poco olvidados. Además, porque mi gran proveedor de recomendaciones interesantes era la revista Oblogo, que ya hace un tiempo que no sale. Pero, al menos una vez por mes, paso a leer los delirios de Darío Kullock en El nido prestado y las Microrréplicas de Andrés Neuman.
 ¿Qué estás escribiendo en la actualidad?
Terminé hace poco la revisión de un poemario. Son casi veinte poemas sobre el momento en que un bebé al fin se duerme y todo lo que eso genera. El primer verso es idéntico en todos los poemas: “Se durmió…”
Y estoy escribiendo una nouvelle, o tal vez un cuento largo, aún no sé. Puede ser que se llame Gárgola.