Sebastián Robles me hizo tres preguntas para el blog de mi querida Casa de Letras, con motivo de Ciertas horas de la primavera. Si quieren conocer las respuestas, pasen por aquí.
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4.7.17
24.11.16
Se durmió, en el blog de Casa de Letras
Muchas gracias, María José Eyras y Casa de Letras, por esta nota.
(Link a la entrada original, aquí.)
Por María José Eyras
Se durmió es el segundo poemario de Anahí Flores, creadora del blog La lectora en la ciudad, autora de un libro de cuentos, del poemario Catalinas Sur, limericks cariocas, libros de yoga, y de una novela inédita.
Tres series de poemas integran este libro. En la primera, “Se durmió”, escenarios cotidianos aparecen bajo el dominio de estados variables, de la exaltación al sueño profundo, de una criatura. ¿Cómo llega el sueño de un niño? “Se durmió” es el verso que inicia todos los poemas de la serie. A partir de allí se despliega un abanico de situaciones: el deseo de huir de los padres, expectantes de esa cuota ínfima de libertad que da el tiempo de la siesta de la hija (Abramos la ventana. Mirá, un barco pasa.), la desorientación ante la calma súbita cuando la niña se duerme y ya no hay a quien cuidar, el asombro ante la naturaleza feroz y tiernamente animal de la beba dormida en la cuna.
Se durmió. /Vamos, /antes de que me escuche/ pensar en ella/ reza el poema más breve del libro. Y así, sucesivamente, laserie recorre con sencillez y eficacia matices de una experiencia clave de los años de la crianza.
En cambio “Motas de polvo”, la serie que cierra el libro, ilustra la fusión de poeta y narradora en la escritura de Flores y adopta la estructura de una narración: Una mota se detiene/ diez centímetros por encima de mis ojos. /Tiene una boca pequeña, sin dientes./ Me saca la lengua, da media vuelta/ y se va con las demás, moviendo una cola larga que no tiene/. El relato del insomnio de la protagonista en una posada en la montaña, un día de viento en que el polvo lo cubre todo, transita una aparente ingenuidad que prepara el terreno a la irrupción, en este remate, de una melange de humor, fantástico y cómic, en la mejor tradición de libertad cortazariana.
Entre las dos series, “Poemas frescos” reúne postales de instantes, apuntes mínimos: la súbita claustrofobia de una mujer al ver la naturaleza de sus uñas asfixiada por una capa de esmalte, la fugacidad de un rato para una misma, o la irrupción de un recuerdo que libera el alma en medio del desorden.
Leve, sutil, aérea, precisa, visual: así es la poesía de Flores. Calvino hubiera apreciado en ella más de una de las cualidades que señalaba necesarias a la literatura de este milenio, salvo contadas ocasiones en que esa misma levedad roza el límite de la superficialidad.
En este libro, que mereció la distinción de un jurado integrado por Diana Bellessi, Fabián Casas y Laura Wittner, la mirada poética de Flores provoca resonancias en el lector. Una mirada que hace de las vicisitudes domésticas – aún las más obvias e inesperadas, como el desorden de una casa o la sensación de contaminación mental que suele producir por momentos la invasión de mails y mensajes– materia poética. Una mirada etérea y a la vez pedestre que se eleva del suelo, gira, vuela más lejos, da el salto.
Se durmió y otros poemas (Bajo la Luna, 2016) de Anahí Flores se presenta este viernes 25 de noviembre a las 19:30 hs. en la librería Runrun, Aguirre 458, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se referirán a la obra Silvia Hopenhayn y y Miguel Balaguer. Entrada libre y gratuita.
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9.12.14
Se durmió y otros poemas, en el blog de Casa de Letras
Se durmió y otros poemas
Por Sebastián Robles
“Como en todos los buenos autores, no se puede disociar su técnica de su metafísica. Anahí Flores nos impacta por el corte preciso de los versos y la mirada lateralizada sobre un hecho común e intenso como es cuidar a un hijo pequeño en medio de la vigilia fría y el cansancio.”
Con estas palabras, un jurado compuesto por Diana Bellesi, Laura Wittner y Fabián Casas concedió el tercer premio de poesía del Fondo Nacional de las Artes de este año a Anahí Flores, egresada de Casa de Letras, por su libro inédito Se durmió y otros poemas. Conversamos con Anahí al respecto y a continuación, reproducimos uno de los poemas que forman parte del libro.
¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?
El libro tiene tres partes.
La primera es Se durmió. La empecé a escribir en 2013, cuando Sofi tenía un año y cinco meses (o sea que yo llevaba un tiempo ídem sin dormir más de tres o cuatro horas seguidas) y la terminé tres meses después cuando, mágicamente (nunca tan bien usado este adverbio de modo) empezó a dormir toda la noche de corrido. La falta de sueño se había transformado en una obsesión y, como hubiera hecho con cualquier otra obsesión, la transformé en poemas. Diecisiete poemas. Luego, Ariel Bermani me ayudó a revisarlos.
La segunda parte es Poemas frescos. La escribí en 2010, mientras hacía el segundo año de escritura creativa en Casa de Letras. Las clases de Damián Ríos se perciben en la serie. En esa época descubrí los poemas de Fabián Casas, y eso también se nota. Son poemas simples, con clima de otoño y de invierno suave. Hay muchos ambientados en transportes (el subte, algún colectivo, las combis) porque en esa época vivía en Pilar y venía a Buenos Aires una vez por semana (los martes, para mi clase en Casa de Letras). Me acuerdo de un comentario que hizo Andrés Neuman, cuando le pasé el original para revisar: “¡No podemos tomar un colectivo cada tres páginas!” (Y sí, deseché de aquel original unos tres poemas sobre ruedas).
El libro cierra con Motas de polvo, también de 2010, que más que serie es un poema largo en ocho capítulos. La situación es: estoy en la cama, a cuatro mil metros de altura, y es imposible dormir. Los escribí casi todos en Salta, durante mi primera vez a más de cinco mil metros de la altura. La falta de oxígeno y de gente alrededor, los animales tan dueños del lugar y el polvo… ¡el polvo!, todo eso influyó.
¿Qué te llevó a participar del concurso?
Hace años que venía esperando el momento de participar, pero o no me alcanzaba el mínimo de páginas exigido o no me convencía mi material. Hasta que el año pasado, gracias a que Sofi me mantuvo tan despierta, conseguí armar Se durmió y otros poemas, libro con el que me presenté bajo un seudónimo que hace alusión a mi musa: Sophie.
...
Se durmió.
No pensemos en ella
ni miremos sus fotos.
Conversemos de temas
que no tengan que ver
con pañales, juguetes,
o la fecha probable del viaje a Disney World.
Vayamos a otra parte,
qué hacemos aquí, quietos,
de pie, frente a la cuna.
Respiremos más lejos,
al menos caminemos
hasta el cuarto de al lado.
Abramos la ventana.
Mirá, un barco pasa.
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27.5.14
Conversación entre lectoras II, en el blog de Casa de Letras
(link al post original en el blog de Casa de Letras)
Una conversación entre Anahí Flores, la lectora en la ciudad, y Malena Sánchez Moccero, autora del blog Lecturas bajo tierra.
Anahí: Tu blog es muy voyeur. El placer de mirar leer a otros superó el placer por la lectura propia. A pesar de que también leés a través de lo que ves. Estoy segura de que, cuando ves alguien que lee un libro, en cierto sentido vos también leés ese libro.
Malena: Sí, creo que a todos los que estamos interesados en la lectura nos despierta, no creo que placer, pero sí curiosidad ver qué leen otros. Yo empecé retratando a estos lectores subterráneos por impulso, sin pensar qué hacer con esas capturas y siempre intentando descubrir qué libro estaban leyendo. Un día veo en la carpeta de imágenes de mi teléfono que tenía varias fotos de lectores en el subte y así surgió la idea del blog Lecturasbajotierra.
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Anahí: Me intriga el ruidito de tu cámara, ese que decís que no conseguiste sacar… ¿Ya te descubrieron fotografiando, te escucharon? Contanos cómo es una típica captura de fotos para tu blog.
Malena: Tengo un teléfono bastante básico que viene con una camarita con baja resolución. Si saco con el subte en movimiento el ruido tapa el clic de la cámara. Hace un año y un par de meses que saco fotos a lectores bajo tierra y creo que nunca uno de ellos me descubrió. Cuando luego veo las fotos en la computadora descubro que aquellos que rodean al lector a veces sí miran a cámara. Pero nunca tuve un diálogo con los lectores. No me gustaría intervenir en esa linda escena, me parece una imagen tan poderosa que sintetiza tanto. Alrededor de ellos hace calor, el subte está demorado en una estación, un pasajero putea, otra señora se queja, y ellos están ahí inmunes a esa rutina cotidiana que puede resultar tan tediosa, abstraídos gracias a la lectura.
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Anahí: Me imagino que si uno mira siempre lo que los otros leen, ya debe hasta adivinar lo que alguien está leyendo. Por ejemplo: mirás a una lectora o lector y, por su physique du rol, arriesgarías a decir qué tipo de libro está leyendo. ¿Te pasa que adivinás, no digo el libro pero sí el estilo de lo que alguien está leyendo? ¿Y ya te llevaste sorpresas en este aspecto, del tipo “ese chico seguro que lee a Borges” pero cuando ves la tapa del libro, era de autoayuda?
Malena: Sí, al igual que en una sala de espera, en el subte no hay mucho para hacer e imaginar la vida de las otras personas puede ser un pasatiempo. Lo mismo pasa con sus lecturas. Y sí, mis prejuicios suelen ser equivocados la mayoría de las veces y eso es muy divertido. El otro día subió en José Hernández un pibe con morral y barbita y antes que me pueda imaginar que estaba leyendo -¿Henry Miller? ¿El túnel? ¿Freud?- me sorprendió con la tapa violeta y unas letras doradas cursivas que decían: “Padre rico Padre pobre”.
22.4.14
Cuatro títulos de Galerna Infantil
(publicado originalmente en el Blog de Casa de Letras)

La tarde en que se presentó la colección infantil de Galerna en la Biblioteca Nacional, se leyó un cuento sobre un perro muy chiquito (¿era, al final, un perro?) que hacía cosas extraordinarias. Este cuento inquietante (porque así quedé después de escucharlo: inquieta) fue mi puerta de entrada a La escalera del miedo, de María Laura Dedé. Los quince cuentos cortos que forman el libro están poblados de espíritus, fantasmas, margaritas caníbales y otros personajes que dejan al lector con cierta tensión, esa tensión que nos hace reír de los nervios.
…

Una novela corta y divertida, narrada por el protagonista: un cadete apasionado por todo lo que tenga que ver con el fascinante mundo de los supermercados.
…

Todos estos cuentos tienen un anexo que nos regala la autora: la historia de cada uno: cómo nacieron las ideas que los generaron y cómo fue escribirlos.
Mundos en venta y otros cuentos, de Verónica Sukaczer, es un excelente regalo para chicos que se interesen por los cuentos, por cómo se hacen, y para chicos que tal vez tengan ganas de escribir sus propios cuentos.
…
Este “policial aterrador” –como lo llama Franco Vaccarini– está lleno de fantasmas poco convencionales. De a poco van apareciendo pistas que hacen que tanto el lector como el protagonista vayan
entendiendo qué pasa. En el primer capítulo, como al pasar, la autora menciona a Kafka y la célebre metamorfosis. Ese comentario no es inocente: a lo largo de la historia van ocurriendo transformaciones misteriosas. Ambientada en el zoológico de Buenos Aires, Los monos fantasma, de Victoria Bayona, es ideal para leer después de una visita al zoo, con especial atención a la jaula de los monos.

…
Los cuatro libros que inauguran la colección Galerna Infantil son muy diferentes entre sí: dos nouvelles (una tirando a humorística y un “policial aterrador”) y dos libros de cuentos (uno que le da mucha importancia al origen de cada historia y otro de cuentos inquietantes).
Conversando con Franco Vaccarini, director de la colección, nos enteramos de que ya tienen en marcha los dos próximos: una novela y un libro de cuentos, con mucho humor y aventuras. Prefiere no decir nada más, pero asegura que ambos estarán para la próxima feria del libro.
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4.3.14
Conversación entre lectoras, en el blog de Casa de Letras
(link al post original en el blog de Casa de Letras)
Anahí Flores es egresada del programa formativo en escritura narrativa de Casa de Letras. Desde hace algunos años, lleva adelante el blog La lectora en la ciudad. Daniela Azulay es alumna de la Escuela de Escritura Online de Casa de Letras y autora del blog Escenas Lectoras. A continuación, el encuentro entre ambas.
Por Anahí Flores
Hola Daniela. Veo que tenemos algo en común: nos gusta el momento de la lectura. Tanto en forma estética (se nota en la presencia de fotos) como en las ganas de relatar la escena. Lo que pasa mientras uno lee.
Contame de dónde surgió tu idea del blog Escenas Lectoras.
Este blog es una construcción basada en preguntas. Algo sostiene la lectura en cualquier parte. Hay una pulsión en el leer que me da ganas de atrapar.
#EscenasLectoras surge a partir de la unión de pasiones. Lectura, escritura, fotografía y promoción de la lectura. Pensar la lectura. Ver gente leyendo e imaginar la trama: ¿qué y cómo alguien lee?, ¿lee en el bar, en un banco de plaza, en la escuela, en una biblioteca, en el subte?, ¿observa a su alrededor, o está totalmente dentro del libro?, ¿cuál es la actitud del cuerpo del que lee? ¿Saborea cada línea o corre, no para, quiere llegar al final? Pensando en los tres modos que describe Barthes en Sobre la lectura, tal vez sea de esas lecturas que invitan a la escritura. ¿Quién puede saberlo?
Las primeras fotos que tengo en la cabeza son de una lectora sentada en la fuente de la calle Arroyo, esa por la que la Lectora pasea leyendo.
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Una frase de ese post me hizo pensar en el mirar. Esto de andar tanto la ciudad, que también la puedo recorrer con los ojos abiertos, capturando lectores. O leyendo y escribiendo. Es conocerla tanto que uno puede abrir más los ojos, y mirar otras cosas.
La idea es ver qué lecturas circulan, cuáles se quedan, cuáles nunca se fueron, sin juzgar. Si me divierten las estadísticas, ver qué libros se repiten, cuáles aparecen de un modo abrumador, las coincidencias, y la promoción de la lectura. Una suerte de promoción al paso.
Lo tuyo tiene mucho de diario personal y de voyeur. Me intriga saber si cuando sacás las fotos tratás de ser disimulada, o si sos evidente.
Disimulada ciento por ciento. Camino por los días, por los adentros y por el afuera descubriendo lectores. En mi casa y en mis múltiples trabajos también. Juego con el celular. El disparo siempre es silencioso. Incluso cuando los lectores saben que estoy allí sacando fotos, como a veces ocurre en algún taller.
Eso me pareció interesante en el diálogo entre los blogs, en ambos están fuertemente presente la lectura, los libros, y la fotografía. Pero en éste siempre son fotos celular o cámara en mano. Un disparo y a partir de allí surge la historia, en imágenes y palabras. No hay fotos pensadas o producidas para acompañar un relato que se quiere contar, sino que la escena propone el relato. Me gusta ese contraste, la conversación que provoca.
A veces las descubro rápido, otras sigo una pista. A veces las provoco. Y siempre quiero más. No pregunto ni pido permiso, pero eso sí, si alguien no quiere estar en el blog, no tiene más que pedirme salir de escena.
Al decir de de Certeau, el lector es un cazador furtivo, que navega entre mares que no ha escrito. Y yo los cazo con un click.
Más que diario personal, es un registro, con relatos. Un observatorio de la lectura. Los lectores leen parados, caminando, en un bar, en el auto, en un sillón, en la calle… A veces llevan el libro pero no lo leen.
Al fin del día, de la semana, la lista de libros y autores es larguísima. Se arma un mapa, un recorrido lector social. Y esas escenas circulan, se leen, se multiplican en un sinfín. La sensación es la de sacar una radiografía de la lectura en un tiempo y espacio determinado.
Seguro que tenés alguna anécdota divertida de tu cacería de imágenes.
Hay varias, sí. Nunca un lector me descubrió infraganti, pero una vez, en el subte, una adolescente que iba con su mamá, le dijo: “Mamá, esa señora saca fotos de la gente que lee:”
Otra anécdota que tal vez sea una respuesta a la pregunta anterior. Estaba en un bar de Villa Crespo, en una reunión de trabajo, y de pronto veo a un señor que lee el diario. Le saco una foto, sigo reunida, el señor cambia de mesa, le saco otra foto. Y esto vuelve a pasar. Cuando tuiteo una de esas escenas lectoras, me responden: ¡Es Max Berliner! No me había dado cuenta. En ese momento sólo vi un lector y su derrotero.
Y la más tremenda, la más conmovedora, la del 16 de septiembre de 2013. Me subo al subte en Once, luego de estar hablando en la biblioteca sobre el golpe de estado, los desaparecidos, de la noche de los lápices… Ese día, me encuentro un lector del Nunca más.
Tu serie de fotos es una colección. Sos una coleccionista de momentos. Quisiera ver las tres imágenes favoritas de tu colección, y tal vez unas palabras sobre cada una.
¡Qué difícil! Es una compulsión, o varias: la lectura, coleccionar escenas, las escenas que se van, porque no llego a atraparlas. Pero voy a tratar de elegir…
El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Me tentó tanto el título que me lo compré para el Kindle ni bien me bajé del subte. Luego lo leímos por entregas en uno de los Seminarios de formación en Promoción de la lectura:Pasen y lean.
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Espiar por la ventana de la biblioteca. Esta escena me encanta por lo nueva que siempre es, y al mismo tiempo siempre se repite, es cotidiana.
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Si no veo, ¿me ven? La lectora con anteojos negros que leía las 50 sombras de Grey.
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Leer al futuro, de las escenas que me llegan, en donde una nena le lee a la panza de su mamá.
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Coincidencias. 37 años. Nunca más. Un hallazgo en el momento justo.
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No pude tres, van cinco, y una de yapa, la de mis lectores.
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En La lectora en la ciudad me pasó que, con el tiempo, los lectores del blog (algunos conocidos míos, otros, no) empezaron a enviarme material (tanto fotos como textos que ellos producían al estilo de mi blog). ¿Qué intercambio surgió con los lectores de tu blog?
Algo que se generó con el blog es el fluir de escenas lectoras. Son las escenas que llegan. Por mail, por Twitter y por Facebook recibo escenas lectoras. Y los vínculos que generan. De pensar en la lectura, en sacar fotos de gente leyendo y mandármelas… También con los amigos. Una amiga me llama y dice: Uy, no sabés las escenas que tengo para vos, que te saqué especialmente. O, “no sabés la lectora que me perdí hoy”, o “Sí escuchás el audio de esta imagen te morís”.
Me encanta cuando me llegan escenas, y cómo se van perfeccionando los envíos. (Qué, cómo, dónde se leía…) Me gusta este hacer propio, con otros. Que suceda el intercambio.
No doy abasto a incluir todas, pero lo intento. La cantidad de escenas lectoras, entre las propias, y las que llegan, supera y mucho, por suerte, las publicaciones que logro hacer en el blog.
Y una novedad: las bibliotecas, privadas, públicas, semipúblicas. Son grandes generadoras de escenas lectoras. En estos días voy a publicar la primera, pero tengo varias en la galera. Y un desafío pendiente: días fijos para publicar.
14.1.14
Comentarios sobre tres libros de Cortázar en El ojo seco
(publicado originalmente en El ojo seco, diciembre 2013
y luego en el blog de Casa de Letras, enero 2014).
y luego en el blog de Casa de Letras, enero 2014).
Alfaguara reeditó, este 2013, tres libros de 1950 de Julio Cortázar (1914), pero que fueron editados póstumamente. Recuerdan a Rayuela, por lo que el lector ya está avisado: si disfrutó Rayuela, puede embarcarse en estas lecturas, al hilo.
Una de ellas es Divertimento, donde aparecen varias artes mezcladas: un pintor, un poeta que recita los versos que se le ocurren y su hermana, que tiene la extraña responsabilidad de transcribirlos en el acto para que no se pierdan, y un gato con nombre de conservatorio de música. Todo el tiempo hay algún personaje despierto, no importa la hora que sea: da la impresión de que no descansan. El narrador, al que se conoce como Insecto —alter ego de Cortázar—, nos lleva a caminar por Buenos Aires en busca de una casa que Renato (el artista) pintó sin conocer y que inquieta a todos los que forman parte del Vive como puedas, especie de club improvisado en el taller-casa del pintor. Hay una dupla, bastante grotesca, de un médium y un fantasma que prácticamente vive con él: Eufemia. A lo largo del libro aparecen tres cuentos cortos (cuentos muy cortazarianos) que tienen como supuesto autor a Insecto, y varios poemas. Se siente el olor deRayuela en estas páginas con aire bohemio.
Diario de Andrés Fava, en tanto, es la bitácora de vida de uno de los protagonistas de El examen, pero se puede leer por separado. Si bien algunos detalles remiten a otra historia (“Es mediodía, acabo de hablar por teléfono con Clara que me buscaba para un concierto” (p. 103)), no pasan de ser detalles. La mayor parte del diario son anotaciones, reflexiones que bien podrían ser personales del propio autor. Es de esos libros que se leen con lápiz en mano para subrayar frases (“La tierna idiotez de algunas frases” (p. 8)) y hacer anotaciones al margen. Abundan los comentarios sobre el oficio de escritor: “En los grandes poetas, las palabras no llevan consigo el pensamiento; son el pensamiento”; sensoriales: “…que la prosa fuera como el oleaje” (p. 47), o concretas y sutiles a la vez: “Ésta es una mano, ésta es una hoja de papel. Pasa a través de mí como una luz de un vitral: hazte palabra, sé aquí” (p. 49). No falta la presencia de la música: “…la mano del pianista es cada vez más del piano y cada vez menos del hombre” (p. 43). Hay ideas para quien quiera escribir (una antología de epígrafes que den pie a la escritura de textos) y el boceto inesperado de Continuidad de los parques (sólo la idea, garabateada, como una anotación personal en un diario que, al fin y al cabo, es lo que este libro es).
Por último, en El examen, la voz narrativa se mezcla con las noticias de una radio, una canción que alguien pasa cantando por la calle, el sueño de alguno de los personajes o un poema que acaban de escribir. Lejos de interrumpir, estas intervenciones se cuelan en la narración como lo harían en la vida. Además dan al texto un aire de improvisación, como en el jazz.
El lector entra al libro el día antes de un examen universitario. A medida que avanza en las páginas, los personajes –que no paran– van teniendo cada vez más sueño: en vez de irse a dormir, salen a andar por Buenos Aires en una noche de neblina. Mirar a través de esa neblina (todo es borroso y confuso) es una forma de estar, sin poder ver las cosas directamente. Una coliflor que llevan en una bolsa se vuelve casi un personaje o una mascota; un viejo conocido los sigue, o ellos creen que los sigue. Todo tiene un aire fantasmagórico. Como en otras novelas de Cortázar, a los personajes les gusta caminar. No sería raro que se cruzaran, por ahí, con la Maga o con Horacio. Van por una Buenos Aires con tranvías y heladeras a querosene, claramente de otra época. El examen está próximo, como un objetivo o un destino al que se acercan cada vez más cansados y con extrañeza por las cosas que pasan. Sospechan hasta de la niebla. Hongos repugnantes brotan de la humedad; proliferan los bichos y hace tanto calor que dan ganas de encender el ventilador.
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3.12.13
La lectora en el blog de Casa de Letras
En el blog de mi querida Casa de Letras apareció, la semana pasada, esta entrevista sobre la lectora. Éste es el link original. Gracias, gracias :-)
La lectora en la ciudad
Por Sebastián Robles
Mucho se habló de los blogs como soporte de sueños, intereses y aspiraciones personales. Sin embargo, con algunas excepciones, se dijo más bien poco acerca del rol que tuvieron en la formación de la generación de escritores que hoy ronda los treinta años. Lo cierto es que, si bien en los últimos tiempos parecen haber sido desplazados por redes sociales como Facebook o Twitter, los blogs todavía están ahí y en algunos casos gozan de muy buena salud, como un testimonio felizmente anárquico de creatividad al margen de cualquier filtro editorial.
“La lectora en la ciudad” es un personaje, y es también el nombre del blog que viene llevando adelante, desde hace algunos años, la escritora y poeta Anahí Flores, egresada del programa de formación en escritura narrativa de Casa de Letras. Lo que empezó como un proyecto personal, terminó sumando también a otras personas: fotógrafos, ilustradores, lectores del blog que enviaban sus propias fotos leyendo, o sus propias experiencias de lecturas registradas en textos. Otros tomaban a la lectora como personaje y hacían micro cuentos con ella.
Conversamos con Anahí acerca de “La lectora en la ciudad”.
¿Cómo surge la idea de hacer el blog?
Fue una forma de darle un espacio propio a la lectora, personaje que, cuando nació el blog, ya tenía un año.
Borges dijo que él no sabía si había sido un buen escritor, pero sí un buen lector. Qué pena no poder decirle a Borges que esa frase resultó uno de los principales disparadores de la lectora. Un poco fue esa frase y otro poco la auto-observación: hice una lista de lugares para leer, por ejemplo el medio de la Avda. Nueve de Julio (no se me ocurrió de ingeniosa, sino porque ya me había encontrado a mí misma en el medio de la avenida y con un libro abierto, los autos pasándome a ambos lados).
Quería que la voz del narrador estuviera definida desde el inicio, para que se mantuviera en todos los episodios o posts. Hay un poema de Andrés Neuman que se llama Mujer leyendo, en el cual él describe una escena donde aparece una lectora y lo que a él le pasa cuando la mira. Tal vez al leerlo supe que quería que ella no hablara: a la lectora la dejaríamos haciendo lo suyo, que es leer. La lectora sería observada y con eso, pobre, la condené a ser callada.
Tener una estructura (microrrelato en tercera persona con foto producida, por lo general, después del texto) y un personaje más o menos definido es una gran ayuda y una condena. Ayuda porque a partir de entonces hay un molde y lo único que queda es rellenarlo. Condena porque el personaje mismo exige que uno no lo deje de lado. O, más bien, uno lo ve ahí al personaje y quiere mantenerlo vivo.
¿Cuánto hay del personaje de la lectora en Anahí Flores?
Todo.
Sos autora de tres libros (cuentos, poesías y limericks), además de varias publicaciones acerca de filosofía del Yôga. En el blog se menciona que estás corrigiendo una nouvelle, “Láctea”. ¿En qué medida creés que influye (o no) la experiencia del blog sobre tu escritura?
En la escritura no creo que influya. Los textos de la lectora los revisamos Diana Raschelli de Ferraris (mi mamá) y yo como si se trataran de microrrelatos para un libro. Con esto quiero decir que no por ser material para blog es escritura a las apuradas o sin corrección.
¿Podés contarnos alguna anécdota que te haya resultado curiosa o interesante en estos cuatro años de blog?
El último mes de embarazo y los tres primeros meses de la vida de Sofi me tomé “licencia por maternidad” del blog. Muchos amigos (Hugo Correa Luna, Gabi Luzzi, María José Eyras, Julio Flores –mi papá– y Lilly Burgwardt, entre otros) mandaron textos y/o fotos para que el blog no parara. Dejé programada una entrada por semana. El martes que tuvimos el larguísimo trabajo de parto –casualidad o no– estaba programado el post de Darío Kullock La lectora en el vientre. ¡Fue una forma de despedirnos de la panza, justo el último día!
Hay muchas más anécdotas. Amistades que nacieron a través del blog. Un libro de limericks que tiene a la lectora como protagonista, escrito por Ricardo Bada, publicado por CakiBooks. Una exposición de arte donde se incluyeron dos cuadros inspirados en la lectora. Me gusta cuando toman prestada a la lectora para otras obras.
¿Qué otros blogs te gusta leer?
En los últimos tiempos, como estoy muy metida con la lectura de libros que luego comento para El almacén de libros, CatamarcaPress y la revista Limonada, tengo los blogs un poco olvidados. Además, porque mi gran proveedor de recomendaciones interesantes era la revista Oblogo, que ya hace un tiempo que no sale. Pero, al menos una vez por mes, paso a leer los delirios de Darío Kullock en El nido prestado y las Microrréplicas de Andrés Neuman.
¿Qué estás escribiendo en la actualidad?
Terminé hace poco la revisión de un poemario. Son casi veinte poemas sobre el momento en que un bebé al fin se duerme y todo lo que eso genera. El primer verso es idéntico en todos los poemas: “Se durmió…”
Y estoy escribiendo una nouvelle, o tal vez un cuento largo, aún no sé. Puede ser que se llame Gárgola.
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