Darío Kullock, amigo de la lectora y escritor del blog El nido prestado, nos envió estas extrañas confesiones de lector. Luego de reflexionar bastante en el asunto, decidimos compartir sus experiencias con nuestros lectores como método preventivo ya que está llegando el verano y a cualquiera, en un descuido, le podría pasar. ¡Gracias, Darío!
Efecto lupa
Leer en la calle te quema la cabeza. A mí se me quemó la cabeza, no me mires así. La gente en el colectivo se alejaba como si fuera un leproso y era por el olor a pelo quemado. Mirá, mirá cómo me quedó, todo chamuscado, todavía me sale humo.
Vos sabés que a mí me gusta leer hasta cuando voy caminando, pero ahora con la presbicia tengo que salir con anteojos aunque vaya al quiosco de la esquina porque si no, no puedo leer. Todo es más difícil, perdés la visión periférica y eso es muy grave porque la visión periférica es la que te permite leer y al mismo tiempo no llevarte un árbol por delante o pisar cualquier cosa mientras vas leyendo y caminando. Y encima se te quema la cabeza.
Hoy había un sol que rajaba las baldosas y para cruzar la calle me tengo que subir los anteojos porque me mareo, me los pongo en la cabeza como una vincha ¿entendés? Después de cruzar me los pongo otra vez para seguir leyendo. Vos te preguntarás qué tiene que ver lo del sol con lo de los anteojos en la cabeza. La cuestión es que hace una hora, eran las doce del mediodía, me paró el semáforo de Santa Fe y Pueyrredón, así que me subí los anteojos a la cabeza y me quedé ahí, apoyado en el semáforo esperando el verde. ¡Gran error! Al ratito nomás empecé a sentir el olor del pelo quemado, cada vez más fuerte, y después el humo. Te juro que no sabía de dónde venía semejante peste hasta que la gente empezó a mirarme la cabeza ¡Tenía la cabeza como una antorcha! No sabés qué susto.
Al principio pensé que algún turro me había prendido fuego, pero no: era el “efecto lupa” ¿te das cuenta? Los anteojos en la cabeza, el sol, ¿te acordás cuando encendíamos fuego con la lupa en el patio de la escuela? Bueno, lo mismo. Los anteojos me hicieron el “efecto lupa”.
Por eso te digo, después de los cuarenta te agarra la presbicia y ya no podés leer en la calle mientras caminás, por el efecto lupa. Leer en la calle te quema la cabeza.
Otros textos que Darío escribió para la lectora:
La lectora en el espacio, La lectora en su auto y La lectora frente al monitor.
Y esta nota, en simultáneo, aquí.
Y esta nota, en simultáneo, aquí.
8 comentarios:
tengo 27 y me pasa el efecto lupa! es grave no?
Darío, un grande! que buenos textos escribe! Gracias lectora por compartirlos!
Sofía: no te preocupes, ¡seguro que es porque sos una adelantada! :-)
Los escritos vuelan: sí, por aquí también estamos muy contentos de que Darío visite frecuentemente el blog de la lectora.
Muy bueno.
Si salió de su imaginación lo felicito y si no, también.
Saludos desde muy lejos
Gamar: Hay veces que el mundo real y el imaginario se encuentran en un relato y entonces uno se quema la cabeza. Gracias por las felicitaciones.
Darío
Muy bueno el relato, como siempre que Darío nos deleita con sus palabras.
Saludos
Diego: sí, aquí también nos encanta cuando un escritor invitado hace un texto de la lectora -como vos, como Darío, como tantos otros- porque siempre abre nuevos puntos de vista.
Gracias Ariel por tus elogiosos comentarios. Un abrazo con la cabeza quemada
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