foto: Salvador Biedma
¿Cuántas palabras se llegan a leer entre el peldaño más alto de la escalera y el aterrizaje en el arenero? Las comas y los puntos traban la bajada. Leer en un tobogán da al texto un tono íntimo, casi de suspiro. La puntuación desaparece y las oraciones se exhalan de un tirón.
La lectora, que recién arranca con esta novela, se da cuenta de que deberá quedarse en la plaza hasta terminarla, a riesgo de marearse por tanto tobogán. (Una novela que se empieza en movimiento no admite que el lector se siente en un banco. Las palabras podrían estancarse.)
1 comentario:
Qué lindo! me encanta como relatas tus lecturas ♥ Besos!
M.-
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