Es un honor tener en nuestro blog un texto escrito especialmente (¡gracias!) por Hugo Correa Luna, escritor y profesor en Casa de Letras. Pueden leer algunos textos de su autoría en su nuevo blog, aunque mejor primero lean el que está aquí abajo, que no tiene desperdicios.
Entre pardo y amarillo
En el subte, a una hora en que, si bien parado se alcanza a distinguir a todos los ocupantes del vagón, es posible contar cuántos lectores de libros hay: por lo común, unos doce. A veces la proximidad me deja ver qué leen y he comprobado dos datos. El primero, que suele tratarse de libros de autoayuda (psicología barata o negocios). El segundo me entristece más –porque quizá la literatura siempre ocupó la franja menor–: casi todos son libros nuevos.
Este comentario estadístico es el marco de lo que me pasó semanas atrás. Estaba esperando el subte, cuando una mujer me preguntó por una combinación. No le oí bien: hablaba con voz tímida –como habla la gente grande cuando pide orientación–, pero vi el libro en la mano izquierda, apretado contra el pecho. La tapa estaba rota y pude distinguir las páginas de ese color entre pardo y amarillo. Por supuesto, traté de ver el título pero no alcancé a leerlo.
Cuando me repitió la pregunta, le di las indicaciones y, tras agradecerme, se alejó unos metros y abrió el libro. Una mujer así no suele leer de pie, antes espera que llegue el tren, busca asiento y recién ahí lo abre. Yo también tenía mi libro, pero me intrigaba demasiado ya no el suyo como el personaje. Mi cabeza tejió conjeturas hasta que apareció el tren.
Entonces, la perdí de vista.
A la mañana siguiente ocurrió lo mismo y me apenó que no me recordara. Uno teje hermandades imaginarias y la señora había estado, además, todo el día merodeando mi cabeza de modo que se me había hecho más familiar de lo que en verdad era.
La tercera mañana repitió a las otras dos, pero ya no me preguntó, y hasta me sonrió de lejos.
En el tren, la tuve sentada enfrente y noté que era de aquellos libros a dos columnas de Sopena.
Curiosamente, el que leía yo en esos momentos en una edición nueva.
Marzo, 2012