Dos horas tarda nuestro tren a Roma. El otoño italiano nos sigue y eso nos reconforta, irnos no es un irnos tan definitivo, no todavía al menos. Ella percibe que Florencia la va a acompañar siempre; por eso quiere asumirlo con seriedad y compromiso, a su modo. Entender. Explicar. Intentar poner en palabras la magia de esta ciudad de cuentos tan lejos de la nuestra y tan indispensable para sus sueños por venir.
Su voz se volvió monótona y su ropa oscura. No era el momento de la expresión, todo era estímulo y belleza: había que dejarse apabullar. La pasión amenazaba el precario equilibrio que le ofrecía la realidad, pero no procuré sacudirla. Ya tendría tiempo de gritarle al mundo, de frustrarse con la chatura del lenguaje.
Ahora estamos en el tren. Y la veo leer ávida de palabras, nostálgica ya de su idealizada Florencia. Esa es mi lectora, la que ven ahí. Imperturbable en su teórico mundo italiano, mientras yo, imperturbable también, intento captar lo más fresco de mi apasionado mundo argentino.
También en I am TaM
También en I am TaM
7 comentarios:
Que lindos mundos en el tren!
los trenes son divino lugar para leer :)
Los escritos y Marce: ¡sí! ¡qué ganas de viajar en tren!
Muchas gracias por tu comentario y te felicito por tu trabajo!!!
Norma Padra
¡Gracias Norma!
:-)
que contenta estoy, encontré un blog genial, aquí me quedo!
saludos!
Geo: ¡qué bueno! Bienvenida a la lectora en la ciudad.
Publicar un comentario