30.3.19

Quizá en otro momento en El almacén de libros

Martín Etchandy escribió sobre Quizá en otro momento para El almacén de libros.
Link a la nota original, acá.


Quizá en otro momento es el título del nuevo poemario de Anahí Flores. Y también una de las múltiples respuestas que asoman en los mails que la autora ha recibido tras ofrecer sus obras a diferentes editoriales, excusas y rechazos que ella se ocupa de transformar (a veces con mínimas modificaciones) en deliciosos poemas. Asoman entonces los editores que prometen ponerse en contacto con la escritora “dentro de un par de años” (lo cual podría remitir al título de aquella obra de Eduardo Pavlovsky, La espera trágica), los que afirman sin miramientos que “la poesía / vende mucho menos / que los cuentos y las novelas” (“a la hora de los bifes”, aclaran por las dudas), quienes confiesan (con cierto espíritu liliputiense) “hemos tenido que reducirnos” o aquellos que directamente sentencian que el material enviado “está un poco crudo”. “Estamos quebrados”, dirá el responsable de otro sello editorial, con el mismo aire lastimoso con el que otro responderá “tu oferta no es para nosotros”. También abundan las contradicciones (“No podemos editarlo (…) lindo texto”) y hasta frases que bien podrían ser dichas por un abogado en un proceso de división de bienes (“con el 50 % empezaríamos”). Todo por supuesto, sin perder las formas (“saludos cordiales”, se despiden por ahí). Uno de los mayores aciertos de Anahí en este segmento de su obra es lograr que los lectores “vean” en cierta forma a la persona detrás de la pantalla y el teclado y hasta puedan imaginar algunas situaciones a partir de estas respuestas. En mi caso, leer “La nuestra / es una editorial con varios editores / Nos es difícil ponernos de acuerdo” me llevó a pensar en un comunicado de este sello en su sitio de Internet, anunciando algo así como “Por no haber podido ponernos de acuerdo nuestra editorial no publicará libro alguno durante el corriente año”. O imaginarme, tras leer “Siempre alguno dice: / -A mí no me parece / Y adiós libro”, a una ignota secretaria pasando el manuscrito de algún desdichado autor por una trituradora de papel. Lo mejor es que Anahí no juzga ni lanza sentencias (como sí otros lo hacen con sus libros) sino que apela a la sutileza y a la precisión para brindarles a los responsables de estas editoriales un espejo que los refleja a la perfección. En definitiva, son sus propias palabras las que la autora convierte en poemas. La ironía aparece siempre como una poderosa aliada.
Por el libro asoman también en otro capítulo aquellos seres  que solo están dispuestos a leer obras que “dejen mensajes” porque, en definitiva, sentarse con un libro no deja de ser una “inversión de tiempo”; aquellos que aseguran tener “varias historias de la vida real” que podrían servir para hacer “un gran libro”, los que prefieren lecturas con “más acción” antes que otras que los obliguen a reflexionar o que preguntan extraviados “para qué sirve un cuento / o un poema” si, en definitiva, las ficciones “son todas mentiras”. La mirada de la autora, siempre atenta, por momentos mordaz, permite nuevamente una pintura exacta de tantos lectores (¿o no lectores?) que abundan por ahí.
Completan la obra un conjunto de muy disfrutables poemas que bajo el título de “Anatomía” nos hablan de seres, valijas y colectivos que se deslizan bajo el amparo de una lluvia intermitente y un segmento que permite oír las voces que circulan en un “Taller de poesía”. Justamente, en este taller, alguien señala que “el poema nos da una realidad paralela”. De numerosas y atractivas realidades se nutre el pulso, la escritura, el ángel de Anahí en esta, su última obra.


No hay comentarios: