23.3.19

Todo lo que es poesía

Link a la nota original en Merece una reseña.
¿Cuál es el material de la poesía? ¿Con qué es posible poetizar? Anahí Flores (Buenos Aires, 1977) promete una respuesta: Quizá en otro momento, el título de este libro de poemas publicado este año por Halley ediciones. La propuesta surge en cada página y desde el primer poema:
“Lean a Ponge —dice—. Sus poemas nacieron / de observar un objeto, de frente y de perfil, / de atrás, arriba, abajo, de meterse en la cosa / hasta desconocerla”.
¿Es posible hacer poesía del proceso mismo? “Taller de poesía” es la primera parte del poemario. La búsqueda y el encuentro de la voz, el objeto a mirar y la mirada, los autores, las imágenes a capturar, el diálogo con la prosa, lo que el texto provoca, todo se vuelve lírico. Lo poético se alimenta de su construcción, la metapoesía; ella misma, su propio material. Lejos de autofagocitarse, se reproduce y se ramifica.   
Después, cuando ya está escrito, corregido mil veces, revisado y vuelto ajeno, la búsqueda de editorial y entonces, otra vez, ¿es posible hacer poesía con ese recorrido? Anahí Flores nos contesta que sí. Ella recoge las mil y una respuestas: evasiones, rechazos, dilaciones, rodeos, propuestas de lo más variadas, sarcasmos, maltratos, incertidumbres, ambigüedades, todo eso y más hecho verso risa, humor sutil pero certero. Las palabras, así, resuenan y son melodía y del muestrario del mailing surge un manuscrito propio, espejo de dos caras en el que cada uno sabrá de qué lado reflejarse.
“Con toda franqueza / (quizá eso no te lo digan / en otras editoriales) / aunque los docentes la pidan, / la poesía / no vende”.
La sección “Así que escribís” es el encuentro con un otro extrañado a lo literario, lejano, misógino, una mirada desde el prejuicio o el desdén. Y otra vez, de un material fangoso, poco amable, la belleza de lo poético se revela, aflora y redime.
“Claro, tenés razón, / un adulto también puede leer cuentos, / qué hay de malo en eso.
Yo no tengo prejuicios”.
Hacia el final, la mirada hace un juego de doble faz entre lo externo e interno del propio eje. Puede encontrarse un indicio en la imagen del avión de la portada, el título del libro y la última parte, “Anatomía”. Es una idea de partida y sin embargo, es un viaje al cuerpo en otro lado. Es el vaivén del dentro- fuera como si fueran completamente reversibles. ¿Cuál es la escenografía, el paisaje o el cuerpo? ¿Hay límites? ¿Se diferencian? ¿Importa? En este caso, la ausencia de certeza es la respuesta.
Quizá en otro momento es la promesa, la espera, la pregunta que se reproduce y gira, la propuesta cotidiana de la poesía.

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