29.10.13

La plaza, en Paisanita Editora

Paisanita Editora es una editorial que acaba de nacer. En realidad mi amiga Gabi Luzzi viene pensando en este proyecto desde hace bastante, pero concretamente fue este mes que aparecieron las primeras plaquetas (se conocen como plaquetas de poesía o cuento las ediciones pequeñas de tirada sencilla o artesanal).



Es un honor estar entre estas primeras plaquetas de Paisanita, con La plaza, que es una serie de cuatro poemas de noviembre del 2010. De hecho se nota en los poemas, creo yo, que es casi verano.

La tapa y un par de imágenes internas las hizo Julio Flores, inspirado en el cuarto y último poema de la serie.


Más adelante sabremos cuáles serán los puntos de venta. 
Por ahora, quien quiera una plaqueta del catálogo de Paisanita, hable directamente con Gabi.






22.10.13

La lectora y las elecciones II


foto: Miguel Sampedro


A propósito de la libertad de elegir: se cree que es uno el que elige el libro que va a leer, pero ¿no será el libro el que elige al lector? La lectora se queda mirando unos libros mientras espera alguna señal: un temblor en una tapa, una hoja que se mueva, algo que indique que uno de ellos la llama.

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Ver La lectora y las elecciones I

15.10.13

La lectora se pasea por el twitter de Galerna y por el diario de Ricardo Bada

La lectora se pasea por el twitter de Galerna:



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De vez en cuando, nos colamos en el diario de Ricardo Bada, escrito desde Colonia (Alemania). Aparecer en el diario de alguien que está tan lejos ¿es, un poco, como haber estado allá? Esta semana, fue así (aquí van los recortes de los dos fragmentos):












8.10.13

La lectora sugiere, semana intensa de lectura en El almacén de libros

La lectora se pasó una semana “devorando” los libros de Claudia Piñeiro. Aunque a Betibú eso pueda sonarle raro (“¿qué quiere decir que alguien “devora” un libro? ¿Que lo mastica? ¿Que lo traga? ¿Que lo digiere y luego lo expulsa?”, pág. 60 de la novela del mismo nombre). Y hacia el final de la semana, le mandó un mensaje por facebook a Claudia, que respondió en el acto… A continuación, los resultados de esta semana piñeirística.





Lunes:


En Tuya, de Claudia Piñeiro (Alfaguara 2008), uno cree al inicio que el único narrador va a ser Inés, pero al avanzar la novela se agrega un narrador externo que nos habla por encima del hombro de Ernesto (el marido). Cuando el punto de vista es el de la hija adolescente, sólo hay diálogos sin narrador. ¿Tal vez porque la hija es el personaje más “limpio”? ¿El único que, a su manera, se salva? También aparecen fragmentos de fotocopias con anotaciones de Inés al margen y otros tipos de herramientas narrativas con las que la autora nos va develando este triángulo (cuarteto) pasional que se enreda cada vez más. Nos sorprende, no vamos a decir cómo, hacia el final.


Martes:


“La ficción nos permite mejorar o empeorar la realidad según nos convenga. Mejorar para tolerarla; empeorar para que tenga tensión dramática” dice Claudia Piñeiro en el epílogo de su novela autobiográfica Un comunista en calzoncillos (Alfaguara, 2013). Ese epílogo tan necesario después de leer la novela, ya que uno se queda pensando… ¿qué de todo esto es verdad?

Un libro con mucho paratexto: la segunda parte, Cajas chinas, está formada por todas las notas al pie de la primera parte (Mi padre y la bandera). Algunas notas son microrrelatos en sí mismas, otras son noticias de la época y otras, fotos personales de la autora, su familia, el ombú (iría hasta Burzaco sólo para conocer ese ombú).

Al inicio, la autora nos advierte que el libro puede ser leído con o sin las notas. Yo preferí hacer una primera lectura sin interrupciones, las dejé para el final. Ahora voy a releerlo intercalando novela y notas, al mejor estilo Rayuela.


Miércoles:


En El amor de mi vida, de Rosa Montero (Alfaguara, 2011), la autora menciona Elena sabe, de Claudia Piñeiro (Alfaguara, 2007). Y allá voy a buscar la novela, que, de todas formas, estaba en mi “lista de libros pendientes que todavía no tuve tiempo de leer”. Y hablando del tiempo: el tiempo, en esta novela, se cuenta por pastillas. La de la mañana, la del mediodía, la de la tarde. Las pastillas le devuelven una movilidad momentánea a Elena, que padece Parkinson. Entre pastilla y pastilla ella revive y luego se va apagando, como un muñeco que se quedó sin cuerda.

La historia completa transcurre en un único día, con intensos flashbacks. Hay un aire a Saramago en la voz del narrador, en la forma en que las voces se entremezclan. Y en la fuerza de los personajes femeninos, aunque ellas no se crean fuertes.


Jueves:


Hay novelas que se toman su tiempo para cautivar al lector. Ésta –y en general todas las de Claudia Piñeiro– hace que el lector quiera tener el día libre para quedarse entre las páginas. Cuando una novela tiene como protagonista a un escritor, el lector sabe de antemano que habrá guiños al arte de escribir. Y en este caso las columnas que ella, Nurit Iscar (o Betibú) va escribiendo, son parte de la historia. Los personajes y el lector esperan y leen esas columnas al mismo tiempo, y uno, que adora dejarse llevar, acaba sintiéndose también un personaje del libro.

La historia avanza siempre en sentido lineal, y el lector se va enterando de cada novedad sin demoras: sabemos que mientras un personaje toma café en un bar, hay otro que baja del auto y otro que llega al trabajo. Una vez más, esta forma omnisciente de narrar tiene un aire a Saramago (como una música de fondo). Tal vez sea esta visión global la que da a la novela algo de cinematográfico. Y, también, que hacia el final Nurit Iscar (Betibú para los amigos) en reflexiones consigo misma piensa primero cómo sería esta historia (su historia) si ella la estuviera escribiendo y, luego, cómo sería si alguien la llevara a la pantalla grande.

A abalanzarse sobre Betibú (Alfaguara, 2010) y leerla en estos días porque, en efecto, se viene la película y todos sabemos que antes de ir al cine es mejor haber leído la novela. Hasta ahora, sólo vi el trailer y lo primero que pensé fue ¿por qué no le pusieron rulos a Mercedes Morán?

link al trailer:



Viernes:


Y para cerrar, una consulta breve que la lectora le hizo a Claudia, vía facebook:



La lectora: Claudia, nos gustaría que nos contaras cómo elegís los libros que vas a leer. ¿Por recomendación, por casualidad, porque entraste a una librería y te pusiste a buscar al azar, porque leíste una reseña en algún medio?

Claudia: Por la “cofradía” de lectores afines que uno va armando a lo largo de la vida. Gente que sabés que lee parecido a vos, puede ser un amigo, pero en la mayoría de los casos son gente menos cercana con los que uno comparte el gusto por la lectura: un librero, un conocido, un amigo de twitter o Facebook, etc.

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Esta semana fue publicada originalmente en: El almacén de libros.




1.10.13

La lectora y las elecciones I


Elige un libro que ya conoce y se van a la plaza. La lectora piensa ¿cambiaría en algo su mañana si, en vez de releer esa novela, se metiera en un libro de cuentos, o en un poemario, o en otra novela? ¿Empujaría la hamaca con más o menos fuerza, por ejemplo? Es probable que algo en la luz o en el olor de las tostadas, le haya hecho recordar esa novela y buscarla antes de salir. Si hubiera desayunado un licuado de banana o si no hubiera abierto las persianas, tal vez ahora estaría con otro libro. Y ni hablar de si hubiera salido en ayunas.

24.9.13

"Todo lo que Roberta quiere" en Alma Singer y sugerencias de la lectora en Comunidad del trueque

Vero Mariani, del blog amigo Alma Singer, leyó el libro de Roberta y aprovechó el viernes pasado, último día oficial del invierno, para comentarlo. Vero dice, entre otras cosas:

“Todo lo que Roberta quiere” es un libro de cuentos escrito por Anahí Flores, conocida por acá como Ani La Lectora. Es una edición de Textos Intrusos y es la suma de palabras que yo le dedicaría al invierno. Todas las historias acontecen en la montaña, y fueron escritas por un alma de montaña, por alguien que la vivió de muchas maneras, en muchos momentos y en muchos puntos de altura. Ani sabe de lo que habla para que Roberta sepa bien qué es lo que quiere".


(Foto: una versión abrigada e invernal de Roberta, que tomamos prestada del blog de Vero).

Gracias Vero por la lindísima nota, invitamos a quienes quieran leerla completa, a pasar por aquí.

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De paso, antes de que se termine este post y nos despidamos hasta el martes próximo, les dejo la reseña del libro de las clases de Julio Cortázar, que acaba de aparecer en el blog amigo Comunidad del trueque. Dice Lau Gambale:

Para arrancar quiero presentar la recomendación especial que hizo Anahí Flores (si, la querídisma escritora y Lectora en la ciudad) acerca de Clases de Literatura, ideal para celebrar el pasado día del estudiante, del gran Julio Cortázar.

Para leer la reseña y la nota completa, pasen por aquí.
Ahora sí ¡hasta el martes que viene!



17.9.13

La lectora y sus habilidades


Hay ciertas habilidades que la lectora desarrolló en estos años. Por ejemplo, leer y conversar con la pequeña lectora, sin que una actividad interfiera con la otra. Casi como un canon. O leer, conversar y estar atenta a la parada. Incluso leer, conversar, estar atenta a la parada y mover las piernas en “ico ico”. Todo junto. Tarde o temprano, el colectivo va a ser más eficaz que el “ico ico” y la pequeña lectora se va a dormir. El único riesgo sería que la lectora también se durmiera. Aunque, después de todo, no sería tan grave: está desarrollando la habilidad, también, de leer y dormir al mismo tiempo. 


10.9.13

La lectora & Poe

Gracias Lau por esta mini biblioteca que ahora la lectora lleva a todas partes :-)

foto: Julio Flores


3.9.13

La lectora sugiere en El almacén de los libros

Compartimos algunas sugerencias de la lectora, publicadas en El almacén de los libros entre mayo y agosto de este año, para quien busca qué leer:

Clases de literatura, Julio Cortázar. Alfaguara, 2013.
Un día cualquiera, Hebe Uhart. Alfaguara, 2013.
La hija de Marx, Clara Obligado. Editorial Galerna, 2013.
9, antología de cuentos de autores varios. Textos Intrusos, 2013.
Estrellas fijas en un cielo blanco, Óscar Hahn. Melón Editora, 2013.
José y Pilar, conversaciones inéditas, Miguel Gonçalves Mendes. Alfaguara, 2013.
Comentarios sobre las antologías.
Nadar desnudas, Carla Guelfenbein. Alfaguara, 2012.
Hablar solos, Andrés Neuman. Alfaguara, 2012.
Mala índole, Javier Marías. Alfaguara, 2013.
Una misma noche, Leopoldo Brizuela. Alfaguara, 2012.
Un comunista en calzoncillos, Claudia Piñeiro. Alfaguara, 2013.
La gran ventana de los sueños, Fogwill. Alfaguara, 2013.
El tango de la Guardia Vieja, Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara, 2013.


27.8.13

Sugerencias de la lectora para este invierno

Estamos en la revista de arte y cocina Limonada, sugiriendo algunas lecturas para este invierno. Quien quiera un ejemplar en papel, puede pedírselo a la lectora que le guardará uno.



Me pasa, en invierno, que hay que llevar tantas cosas en la cartera (bufanda, guantes, espacio libre para guardar el abrigo que se lleva puesto, por si entramos a un lugar con demasiada calefacción), que no queda lugar para un libro. Por suerte, hay editoriales como Textos Intrusos que sólo editan libros tan finitos y livianos que entrarían en un bolsillo grande. Así es la antología de cuentos 9, de autores diversos y compilada por G. Luzzi y A. Bermani (2013). Ocho de los nueve relatos tienen el largo de un viaje corto en colectivo o subte. De hecho, leer "Un viaje sin Claudio" en el colectivo, puede ser una experiencia interesante: tal vez hasta veamos la aurora boreal por la ventanilla, como el protagonista. Los autores de esta antología son: Paula Brecciaroli, Nicolás Lapido, GabrielaLuzzi, Alelí Manrique, Claudio Robin y Bruno Szister.
Pero cuando nos quedamos en casa queremos un libro con muchas páginas, donde podamos hundirnos como en una cama llena de frazadas. Tal es el caso de las 430 páginas de Mala índole (Alfaguara, 2012); algo así como los cuentos completos de Javier Marías, ya que reúne los dos únicos libros de cuentos que publicó y algún que otro relato suelto. Hay varias notas previas del autor, donde cuenta por dónde anduvieron esos cuentos y cómo nacieron (la mayoría, para desilusión de quienes crean que la inspiración es la única fuente, fueron a pedido). Son muchos cuentos, y es un alivio: cuando se empieza, uno quiere que el libro no acabe. Está dividido en dos partes: los Cuentos Aceptados (aquellos que el autor leyó años después de las primeras publicaciones y le siguen gustando) y los Cuentos Aceptables (de los que desconfía pero no demasiado). De los Aceptados, puedo decir que cada uno se quedó rondando en mi cabeza durante días y sin mezclarse con los demás. No hubo ni uno que me resultara indiferente, como suele ocurrir en casi todos los libros de cuentos. Con los Aceptables aún no me metí… El propio autor dice que, así agrupados, al lector le va a resultar más fácil salteárselos, si quiere. Yo no quiero.

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Pueden ver también La lectora sugiere para este otoño (Limonada, marzo 2013).